Lucas es un niño de 11 años que ha vivido el peor de los infiernos después de que un médico le suministrase una dosis de antiepiléptico, que sumada a la que ya tomaba él, resultó fatal. Todo sucedió en centros de la sanidad Extremeña.

La piel de todo su cuerpo se abrasó, le cayó a tiras, incluidas las plantas de los pies, la cara y el cuero cabelludo. También se le cayeron las uñas y los pezones.

Su madre, Cristina, asegura a 'El Mundo' que en el hospital no le "decían nada" y que fueron ellos mismos quienes descubrieron que el menor sufría el síndrome de Stevens-Johnson: "Gracias a una amiga descubrimos lo que Lucas tenía. Ella se puso a mirar por internet y vio fotos de niños con su mismo aspecto".

"No le hacían curas, le intentaron poner la sonda nasogástrica a capón, sin anestesia, y los celadores le tocaban sin guantes ni nada. Y encima te decían que eras una exagerada", relata.

El menor tuvo que ser trasladado en helicóptero hasta el Hospital de La Paz en Madrid, donde le tuvieron que coser los párpados para que la quemazón no acabara destrozándole los ojos dejándolo ciego.

"Cuando llegamos a Madrid los médicos alucinaban con el estado en que llegaba. Le tuvieron que despegar una gasa de la cabeza que llevaba semanas ahí puesta y que no le habían curado", señala la madre, que apunta la confesión que le hizo “un médico del traslado desde Extremadura": "Nos admitió que se había hecho por riesgo de denuncia por nuestra parte, que les constaba así en los papeles, pero que fue uno de los traslados más a vida o muerte que hicieron jamás".

El estado era tan grave que su tensión llegó a estar en 19 y tuvo que someterse a sesiones de quimioterapia para salir con vida. Estuvo a punto de morir pero el Servicio Extremeño de Salud guarda silencio. "Es una vergüenza, vamos a ir a la Justicia", asegura su madre en declaraciones a 'El Mundo'.

Cristina está indignada con el servicio de Salud de Extremadura: su hijo llevaba años tomando antiepilépticos y, según revela, los médicos de Madrid le han asegurado que quizá nunca debió tomarlos.

"Estuvo desde los cuatro años tomando antiepilépticos (…) el error vino por mezclar varios medicamentos de este tipo y por un error de dosis. Y ahora, que lo llevan en Madrid, ni siquiera está tomando antiepilépticos y nos han dicho que quizás no debió de tomarlos todos esos años", explica.

Lucas no ha recuperado todas la uñas, tiene fotosensibilidad, deformaciones y se ha acostumbrado a comer con llagas en la boca: "Ahora no le gusta mirarse al espejo".