Nika es una pequeña niña que nació en Haití con un problema poco común entre los recién nacidos: hidrocefalia; un problema que afecta a los hemisferios cerebrales y al conjunto de su cabeza haciendo que esta aumente considerablemente su tamaño debido al exceso de líquido cefalorraquídeo.
Sarah Conque, que se encontraba de viaje de ayuda humanitaria en Haití, encontró a la pequeña Nika, de tres meses, en muy malas condiciones debido a que no había ido a ningún médico que tratarse su grave caso de hidrocefalia. Necesitaba intervención médica urgente y gracias a Sarah pudo operarse al asegurarle un puesto en la lista de espera.
Tras la operación Nika fue dada de alta y enviada a casa. Meses después, Sarah Conque, se interesó en saber cómo se encontraba después de la operación y descubrió que su madre la tenía totalmente descuidada y no la quería. Todo apunta que no soportaba el estigma de tener una niña con discapacidad. Además, no tenía recursos para hacerse cargo de ella.
Nika presentaba graves signos de desnutrición, por lo que Sarah solicito a las autoridades si ella podía asumir la tutela de la pequeña. Los médicos le advirtieron que las posibilidades de supervivencia eran muy bajas, ya que el 99% de los niños con su condición y en ese estado no llegaran al primer año de vida. Además, los recursos médicos en Haití son muy escasos.
Sarah se negó a abandonarla, así que decidió luchar por la vida de la pequeña haitiana por lo que asumió en convertirse en su madre adoptiva y llevarla consigo a Estados Unidos para tratar su enfermedad. Finalmente, pese a todos los pronósticos, Nika sigue con vida y ha mejorado considerablemente a lo largo del último año.
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