"Samantha estaba en un charco de sangre", dijo el padre de la niña, Jérôme, al contar cómo la encontró el pasado sábado por la mañana, en una entrevista reproducida en el diario 'La Voix du Nord'.
Dijo que encontró "sangre por todas partes" y que en un primer momento pensó que su hija había sufrido una hemorragia interna -sangraba por las orejas- o que había sido víctima de ladrones que se habían cebado con ella.
Pero, al observarla más detenidamente, se dio cuenta de que estaba llena de mordeduras y de que tenía heridas por todo el cuerpo: en la cara (incluidas las orejas y la nariz), en el cuello, en las piernas y en las manos (las ratas se le comieron las yemas de los dedos).
Jérôme agregó que los sanitarios del servicio de urgencias que la examinaron sospecharon inicialmente que podría haber sido objeto de malos tratos, aunque los forenses confirmaron después que había sufrido un ataque de ratas. Samantha, que sigue internada, tendrá que seguir -de acuerdo con su padre- varios días más en el hospital, donde ha recibido "una batería de vacunas y donde se le han hecho pruebas sobre un posible contagio de la rabia, con resultados "más bien positivos".
La adolescente dormía, cuando todo ocurrió, en una cama medicalizada en la planta baja de la casa, una vivienda social en Moulin Potennerie, uno de los barrios más deprimidos de Roubaix. El padre explicó que, por su estado, la niña no fue capaz de pedir ayuda al ser atacada. Para los médicos es un fenómeno infrecuente, ya que las ratas no suelen morder a personas más que cuando están muertas.
La familia, que ha sido realojada en otra vivienda, ha denunciado al Ayuntamiento y a la entidad que gestiona las viviendas sociales, a la que acusa de negligencia por dejar cerca de la casa un montón de cubos de basura -que atraen a las ratas-, algo de lo que dice que se había quejado repetidamente, sin resultados.
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