El niño, de diez años, falleció después de haber sido hospitalizado a causa de una supuesta caída, pero las autoridades sospecharon de maltrato e iniciaron una investigación.
En el entierro -así como en la honras fúnebres- que se celebró en el templo de San Junípero Serra, en Quartz Hill, Lancaster, al norte de Los Ángeles, donde vivía el menor, muchos de los asistentes vistieron camisetas alusivas los superhéroes, personajes favoritos del niño.
"Esta es una situación terrible que se tenía que haber evitado", dice Duane Winn, miembro de la Junta de Consejeros del Distrito Escolar de Lancaster, quien vestía de Supermán.
"Es la segunda de este tipo aquí en el Valle de Los Ángeles y la gente quiso solucionarlo, pero no se logró. Es muy doloroso. El abuso se denunció y nunca se tomaron medidas", señaló la tía de Anthony, María Barron, quién lamentó la falta de acción de los organismos de control y prevención de abuso infantil.
Según la investigación y la acusación presentada por la fiscalía, el niño sufrió al menos cinco días de torturas y abusos en junio antes de morir. La madre del menor, Heather Barron, y su novio, Kareem Leiva, fueron acusados de asesinato por la Fiscalía.
Según los documentos presentados ante la corte, Anthony sufrió golpes contra el suelo, fue azotado con un cable y una correa, se le prohibió usar el baño durante largos periodos y se le colocó salsa picante en la boca. La Fiscalía sospecha que los abusos y torturas tienen que ver con una manifestación del menor, que recientemente dijo ser homosexual.
"Es muy triste. Él necesitaba auxilio y nadie lo ayudó", declaró la amiga de Barron, Adriana Rios, que asistió al funeral con sus dos hijos, todos vistiendo camisetas con el escudo del Capitán América.
"Ni siquiera podemos decir que la madre falló en protegerlo porque ella no trató de hacerlo", agregó la joven madre hispana."La muerte del niño envía un mensaje de alerta para que muchas familias vivan plenamente el amor por sus hijos y para que se tomen medidas y casos como este no se repitan", explicó el diácono Efraín Calderón, quien participó en la ceremonia.
Tras la ceremonia, el menor fue enterrado en el Cementerio del Buen Pastor, en Lancaster. "Lo que quiero es que mi hijo descanse. Yo estaré siempre con él. Él me estará esperando y algún día volveremos a reunirnos", dijo en declaraciones a los medios Víctor Ávalos, padre del menor, antes de ingresar a la iglesia para la misa.
En Palmdale, ciudad vecina de Lancaster, en mayo de 2013 murió en forma similar el menor Gabriel Fernández, de 8 años. Su madre, Pearl Sinthia Fernández, fue condenada a cadena perpetua por la muerte del menor y su novio Isauro Aguirre a pena muerte por el asesinato del niño.
Ahora lo denunciaría
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