El imán adoctrinó a los jóvenes de la célula en una secta extrema del salafismo, llamada incluso 'club del odio'. Los takfiríes son una violenta corriente, la más radical y se saltan todos los pecados de su religión con tal de pasar desapercibidos y que nadie sospeche de ellos.

Integrarse entre los occidentales para no ser detectados es el mandato que reciben los miembros de la secta Takfir Wal Hijra.

"Hay determinados comportamientos precaminosos como estar con mujeres o beber, que si lo hacen con la finalidad

de facilitar la lucha contra el enemigo, están legitimados", explica Manuel Torres, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide.

Una corriente yihadista radical y extrema con la que la lucha antiterrorista vincula, según 'El País', a los

autores de los atentados."Encaja con los mandatos de esta secta o de otras que llaman a pasar desapercibidos para hacer el camino del yihad", asegura Manuel Gazapo, director del Observatorio de Seguridad Internacional.

Comportamientos como los que describe un amigo de Younes Abouyaaqoub: "He estado con ellos de fiesta, tomando cervezas...".

Lejos de parecer muy religiosos, los takfiri no van mucho a la mezquita. La secta les anima a rezar en privado y a que sus mujeres no lleven burka.

La corriente está tras los atentados más brutales de los últimos años. Mohamed Atta, uno de los pilotos del 11S, era takfiri y se considera que tambien lo eran los hermanos Almallah, considerados ideólogos del 11M. Todos habían pasado desapercibidos, como los jóvenes que en supermercado compran un hacha y cuatro cuchillos sin levantar sospechas.