La expareja y, en los últimos tiempos, tan solo compañero de piso de Mònica Borràs confesó el asesinato de la mujer al ver a los Mossos d'Esquadra desenterrar su cuerpo sin vida en la vivienda que ambos compartían, según adelanta 'La Vanguardia'.

Mònica, de 49 años, desapareció el año pasado. Los Mossos hallaron ayer, diez meses después, un cuerpo enterrado bajo la casa que compartía con el que fuera su pareja en Terrassa (Barcelona), con la ayuda de un georradar.

Unas horas antes habían detenido a Jaume, su exnovio, como presunto responsable del crimen.

Al parecer, el detenido se derrumbó al ver que el geolocalizador daba positivo y detectaba la presencia de un cuerpo bajo la zona del taller del domicilio, enterrado bajo varias capas de cemento y yeso. Con el cadáver ya a la vista y en presencia del juez, confesó el crimen, según 'La Vanguardia'.

El sospechoso había negado hasta ahora su implicación en la desaparición de Mònica, agosto de 2018. Por entonces, convivían aunque ya no mantenían una relación sentimental.

De hecho, fue el propio asesino confeso quien denunció la desaparición, explicando que habían tenido una fuerte discusión y que Mònica se había marchado enfadada.

Sin embargo, el hecho de que no se llevara su bolso, las llaves ni el móvil hizo sospechar a los investigadores que su desaparición no había sido voluntaria. Además, según recoge 'El Taquígrafo', no esperó a contactar con su madre ni sus amigas antes de notificar la desaparición, algo que también chirrió a los agentes.

La autopsia será ahora la que confirme oficialmente que el cuerpo es, efectivamente, el de Mònica y determine la causa de la muerte.