Daniel acompaña a su mujer María José al albergue: se despiden porque ella duerme allí, pero él no tiene plaza y le toca buscarse la vida él solo en la noche más fría del año. ¿Dónde?

Su búsqueda empieza en una marquesina con demasiado frío para quedarse en la calle. Así que espera con otras personas sin techo a los servicios sociales: ellos le llevarán a un refugio.

Otros prefieren quedarse en la iglesia del Padre Ángel, donde los bancos del templo se convierten en mesas para la cena y las sillas, en camas donde refugiarse del frío. Nada más llegar, Andrés seca los calcetines en el radiador: "Por mucho que lleves cartones, por mucho que lleves saco, la humedad que hay te hace polvo".

En los rincones cubiertos de la Plaza Mayor de Madrid llegan los que no quieren albergue ni iglesia. Dentro de cada una de esas cajas hay una persona, embutida en mantas, sacos y toda la ropa que encuentran.

Quien no tiene ni siquiera cajas acaba debajo de un puente, junto al tráfico de la Plaza de España de Madrid, una mano nos dice que hay vida, resistiendo a un grado bajo cero.