En la madrugada de este martes se cumplen diez años dela tragedia del Madrid Arena, en una avalancha en la noche de Halloween que se cobró la vida de cinco chicas. ¿Ha mejorado la seguridad de los eventos? Sí, pero no lo suficiente, porque sigue habiendo lagunas normativas, grietas que siguen poniéndolos en riesgo.
Tras la tragedia muchos eventos se cancelaron y algunos recintos cerraron y no han vuelto a abrir. En general, el Madrid Arena generó una sensibilidad que redundó en mayores controles. Ahora los expertos en seguridad observan más relajación en las medidas, en un momento además en que la gente quiere salir de fiesta después de las restricciones de la pandemia.
El décimo aniversario del Madrid Arena coincide precisamente con otra tragedia, la ocurrida este fin de semana en Seúl, la capital de Corea del Sur, cuando miles de personas acudieron a festejar Halloween y centenares de ellas quedaron atrapadas en un estrecho callejón. El resultado: 153 muertos y 133 heridos.
Otra fiesta de Halloween también este fin de semana, pero esta vez en Sevilla, ha vuelto a poner sobre la mesa el problema del control de los aforos. Trece menores tuvieron que ser atendidos por los servicios sanitarios por desvanecimientos y crisis de ansiedad durante una fiesta "light" que fue desalojada por la Policía Local por motivos de seguridad. Había saturación de personas.
La madre de una víctima, sobre las condenas: "Una broma de mal gusto"
Isabel de la Fuente, madre de una de las víctimas mortales de la tragedia del Madrid Arena, pide a los adolescentes y jóvenes que van a salir de fiesta que sean "prudentes" porque "hay mucha gente dispuesta a cualquier tropelía por hacer caja".
Aquel 1 de noviembre, sobre la siete de la mañana, relata, les despertó su hija mayor "porque le habían escrito las amigas de Cristina contándole lo que había pasado en el Madrid Arena y que no la encontraban".
"Salimos corriendo. Fuimos al 12 de Octubre porque las chicas estaban allí. Nos entregaron una chaqueta y el DNI de Cristina. Acudimos a la UCI porque había ingresada una niña que tampoco era Cristina y empezamos a buscarla por los hospitales donde había heridos hasta que nos llamaron del Grupo V de la Policía, nos hicieron ir a comisaría y ahí, nada más entrar, nos dijeron que Cristina había muerto", detalla.
Tras recibir la noticia, asegura, solamente pensaba cómo se lo iba a decir a sus padres y a los demás y, a partir de ahí fue todo "un caos". Su vida cambió de la noche a la mañana.
"Cristina se fue por la noche de casa y, al día siguiente, la encontré metida en una caja", afirma Isabel de la Fuente antes de indicar que su marido "lo pasó peor" porque tuvo que ir al Instituto Anatómico Forense a reconocer el cuerpo.
Inicialmente, la Policía sospechaba que había explotado una bengala y se había formado una avalancha, pero la investigación reveló que no había bengala y que la avalancha se formó porque había "un sobreaforo enorme" debido a que dejaron entrar a toda la gente que estaba en un macrobotellón en la calle.
"El juicio salió relativamente rápido para la magnitud del asunto", gracias a que las familias le pidieron a la Consejería de Justicia que le pusiera personal de apoyo al titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, Eduardo López-Palop, que se encargó de la investigación del caso.
Para Isabel de la Fuente, la Fiscalía estuvo "todo el tiempo a favor de los acusados y en contra de las víctimas". "No han tenido ninguna empatía", subraya.
En su opinión, las condenas fueron "una broma de mal gusto", aunque se aplicaron las leyes para estos casos, por lo que plantea que se revisen para endurecer el castigo por la muerte de cinco jóvenes.
Las lagunas normativas diez años después
El exceso de aforo provocó en 2012 la tragedia del Madrid Arena, un espacio enclavado en la Casa de Campo de la capital, gestionado por la sociedad pública municipal Madrid Espacios y Congresos (Madridec) y en el que el empresario Miguel Ángel Flores organizó una fiesta de Halloween que acabó en una avalancha mortal mientras actuaba el DJ Steve Aoki. Seis personas, entre ellas Flores, fueron condenadas por su presunta responsabilidad en la muerte de cinco chicas.
José Luis Gómez Calvo, experto en seguridad de actividades y eventos y autor de un informe técnico sobre ese suceso, señala que en líneas generales la seguridad en eventos de este tipo ha mejorado, pero sigue habiendo lagunas pese al tiempo transcurrido.
Y una de ellas tiene que ver con una ley, la de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid, que data de 1997 y aún no ha desarrollado alguno de sus mandatos.
"La Comunidad de Madrid determinará reglamentariamente los espectáculos, actividades y establecimientos que por su naturaleza, aforo o incidencia en la convivencia ciudadana deberán implantar medidas o servicios de vigilancia, así como las características de los mismos", reza su artículo 7.
Pues a día de hoy, según explica Gómez, no se ha aprobado reglamento alguno, de tal manera que no hay una normativa que especifique cómo deben ser esos servicios de vigilancia y que características debe reunir su personal.
Quizá por eso, por esa laguna normativa, la empresa encargada de la seguridad interior de la fiesta de Halloween en el Madrid Arena, Kontrol 34 (también condenada por este caso), seleccionó a personas sin una formación cualificada para que llevaran a cabo la seguridad interior, "les puso un chaleco amarillo" y no supieron reaccionar ante el apelotonamiento de la gente.
Gómez recalca otra incongruencia. La citada ley sanciona en su artículo 37.15 "disponer de personal para el desarrollo de la actividad de control de acceso en espectáculos públicos, actividades recreativas, establecimientos, locales e instalaciones sin el certificado acreditativo de la Comunidad de Madrid, así como el incumplimiento de las medidas o servicios de vigilancia obligatorios".
Pero este precepto, como recuerda el experto, sanciona el incumplimiento de algo que aún no ha sido regulado (lo que mandata el artículo 7).
En suma, Gómez apuesta por un personal mejor formado para poder responder a emergencias de este tipo.
Y también por sacar ya del cajón del despacho en el que esté el proyecto de reglamento que prevé la Ley de Seguridad Privada de 2014 y que tiene como objetivo la realización de planes integrales para los eventos.
El control de la distribución interna de masas: otro reto pendiente
Diez años después nadie duda de que en el Madrid Arena falló el control del aforo. Aún hoy sigue siendo un reto pendiente para la seguridad de los eventos.
Gómez propone algunas medidas que podrían contribuir a la seguridad. Una de ellas sería la instalación de indicativos luminosos en el exterior del recinto que informara del número de personas que hay dentro. Un sistema similar al de algunos aparcamientos. "Falta información clara para el usuario", enfatiza Gómez.
Pero si algo echa en falta es un control de la distribución interna del aforo. Y eso precisamente fue una de las causas de la avalancha del Madrid Arena, ya que en un momento dado la gente que estaba en las zonas superiores bajaron a la pista y se unieron a los que estaban haciendo botellón fuera y también entraron en el recinto.
"Es como si en un avión en un momento dado todos los pasajeros de clase turista se fueran en masa hacia la zona business", dice Gómez como ejemplo de lo que pude suceder si no hay controles internos.
Y ha pasado y pasa -recuerda el experto- en muchos estadios de fútbol cuando los aficionados se desplazan de sus localidades para estar más cerca de su equipo o abroncar al árbitro.
Gómez aboga no sólo por inspeccionar el aforo general, sino también el parcial, es decir, el de las diferentes zonas en las que se divide el recinto, con barreras que regulen la distribución de la masa.
Supervisar lo que se autoriza en papel
"El papel lo soporta todo", enfatiza Gómez. Sobre él queda registrado el tipo de evento, sus características técnicas, el aforo previsto, etc... Los técnicos municipales lo visan y conceden la licencia para su celebración.
Pero ¿se supervisa luego sobre el terreno lo que dice el papel? En muchos casos no se está haciendo, responde Gómez. Hay una cierta relajación. Hasta que se produce un caso como este, concluye.