La investigación comenzó cuando se detectó en Estocolmo a un individuo sospechoso de producir y distribuir pornografía infantil. A raíz de ello, los agentes suecos y españoles empezaron a colaborar e identificaron en nuestro país a un ciudadano español implicado en la red, que había realizado varias transacciones económicas con otro miembro de la organización.
El rol del arrestado en España consistía en seleccionar a las víctimas menores y elegir la ropa que vestirían en las sesiones fotográficas, así como dar instrucciones sobre las conductas sexuales que debían adoptar. Además, esta persona consultaba páginas públicas de Internet que, bajo la apariencia de agencias de modelos, mostraban a las menores que luego protagonizaban las sesiones pornográficas.
Más tarde, los agentes identificaron a un fotógrafo checo que utilizaba su estudio en Praga, para la producción de las imágenes que se vendían por un precio que oscilaba entre los 300 y 400 euros. Una vez constatada la vinculación entre los investigados en España, Suecia y República Checa se creó, en el seno de la agencia Eurojust, un equipo conjunto de investigación para la colaboración de los tres países.
En la operación, se realizaron registros domiciliarios simultáneos en los que se intervino abundante material que acreditaba la consumación de los delitos de prostitución y corrupción de menores.
Se ha acreditado la participación de unas 40 menores, de las que 14 ya han sido identificadas, todas ellas en República Checa, si bien la investigación continúa a través de la Interpol a nivel mundial para lograr la identificación y protección del resto de las víctimas.