A la hermana de David la asesinó su marido hace más de cuatro años. Lo hizo en casa, donde también estaba su hija, con menos de tres. Con ella siguió conviviendo hasta que entró en prisión provisional.
"El asesino estuvo en la calle, con su hija, la tenía aíslada de nosotros durante la investigación policial", afirma David.
A partir de entonces, la familia materna se hizo cargo de ella y comenzó así un largo periplo administrativo para que la considerara víctima y huérfana de padre y madre. "Los trabajadores sociales estaban muy perdidos, no sabían a qué recursos derivarnos", añade.
Desde 2015, los huérfanos de la violencia machista están reconocidos como víctimas aunque no tienen ayudas económicas específicas para ellos. Solo cobran una pensión no contributiva al igual que el resto de niños que se han quedado sin progenitores.
"Son 140 euros. Los que consiguen esa pensión es lo que reciben. Algunos llegan a 190 porque la pensión de viudedad que no cobra el asesino se lo lleva en parte el huérfano", asegura Joaquín Tagar, del fondo de becas de la fundación Soledad Cazorla.
Se calcula que desde 2005 hay en España medio millar de huérfanos por asesinatos machistas. El año pasado, los grupos parlamentarios acordaron una partida de más de 600 euros al mes para cada uno. De momento, es un gasto que no se ha aprobado.
Sus familias, como la de David, se quejan. Todos ellos necesitan de apoyo psicológico continuado y deberían tener consideraciones especiales. "Nosotros hemos adoptado a la menor y ya para el estado no es huérfana. No tenemos ninguna ayuda por parte del Estado"
El apoyo para ellos viene, por el momento, de fundaciones privadas que les ayudan a superar el durísimo trance.
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El contexto Decenas de menores han recibido palizas por parte de jóvenes violentos de su misma edad que les obligan a ponerse de rodillas y recibir todo tipo de humillaciones.