La resina, el jugo de los pinos, sirve para hacer medicinas, chicles, maquillaje o chupetes. El proceso lleva meses, empezando por febrero, cuando se limpian los pinos para después hacer la 'pica', unas aberturas estrechas en la corteza.

Con un poco de ácido, los resineros dejan que el pino sude y salga la resina. Ese oficio, en peligro de extinción hasta hace poco, ahora puede ser clave para fijar la población en algunos pueblos castellanos y, además, cuidar el medio ambiente.

En el vídeo hablamos con Eduardo y su padre José, que trabajan cada día en la extracción de resina. Su función natural es defender al árbol y evitar sus heridas, pero con un proceso de destilación también se convierte en un producto indispensable para otras elaboraciones.

Un sector en el que poder hacer carrera y que vuelve a estar en pleno auge.