Voces a favor de cerrar la Gran Vía al tráfico, pero también en contra, como las de los propietarios de los parkings, por ejemplo. Esta Navidad está siendo la mejor prueba de fuego con esa prohibición del tráfico rodado en la avenida.

Entre la gente hay unanimidad y la mayoría está de acuerdo en tener más espacio para caminar por las calles. Calles como la de preciados, que fue una de las primeras en ser peatonal en España. Aunque la medida no gustó al principio a los comerciantes, más de 40 años después están encantados con tener sus negocios en una de las calles comerciales más caras de España.

No es la única en el centro de Madrid. También están la calle Montera, la calle Arenal o la del Carmen, que junto a Preciados conforman esta zona peatonal del centro de Madrid y cuyo ejemplo también se repite en otras ciudades de España.

El Ayuntamiento de Barcelona quiere hacer peatonal la calle Girona, en el distrito de l'Eixample. Actualmente tiene cuatro carriles, dos de circulación en sentido único, uno de aparcamiento y un carril bici.

Quieren devolverle espacio al peatón siguiendo el ejemplo de la calle Enric Granados, peatonalizada hace más de 20 años. En principio, los vecinos aplauden la idea, pero piden que no se repitan los mismos errores: llenar el espacio de bares, terrazas y hoteles. Es una de las promesas del Ayuntamiento, reducir el tráfico rodado en un 21% y apostar por dar prioridad al peatón y a la movilidad sostenible.

El Ayuntamiento de Valencia, por su parte, ha querido liberar de trafico el centro histórico. En concreto, la zona del mercado central y de la lonja. Se ha eliminado el carril bus y sus paradas y se han colocado maceteros que separan la zona de tráfico y la peatonal.

Un espacio que no han ganado los peatones porque ahora está ocupado por las terrazas de los bares. Hay críticas también de los vendedores del mercado central, que dicen que ahora llegan más tarde los productos y, sobre todo, los compradores.

También se ha peatonalizado la calle de San Pedro de Santiago de Compostela. Por ella entran la mayoría de los peregrinos que llegan a la ciudad, pero desde junio, sólo autobuses, taxis y coches de residentes pueden circular.

La medida de En Marea no ha contentado a todo el mundo. Aunque hay habitantes de la ciudad están contentos, los vecinos de la calle no lo están tanto. Aseguran que se les han limitado servicios y que no es seguro circular por ella ya que la acera y el asfalto están a la misma altura y no hay separación.