"Nunca llueve a gusto de todos, los agricultores estarán muy contentos porque van a tener buena cosecha de cereales, pero los alérgicos a gramíneas no tanto porque va a haber niveles de polen muy importantes", ha destacado el presidente del Comité de Aerobiología de esta sociedad científica, Angel Moral.
En concreto, la primavera va a ser moderada en la zona centro peninsular, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid, con niveles máximos en Toledo, con 4.874 granos por metro cúbico de aire; y moderada alta en el suroeste peninsular, especialmente en Extremadura o Sevilla, donde se esperan niveles superiores a 5.000 granos. En cambio, va a ser muy leve en Canarias, con valores máximos de hasta 500 granos por metro cúbico de aire; y leve en el litoral mediterráneo (con un valor máximo en Barcelona de 1.231 granos) y en la cornisa cantábrica (con un valor máximo en Vitoria, de 2.761 granos).
Esto se debe a que el invierno ha sido muy frío, según Moral, con unas temperaturas medias en febrero por debajo de años anteriores, lo que es muy importante para el enraizamiento de los cereales que se siembran esos meses, como el trigo, la cebada, la avena o el centeno; o para las gramíneas salvajes que crecen solas al borde de los caminos. "Y eso hace que las raíces sean más profundas y favorece un crecimiento más vigoroso", ha señalado.
Además, el frío ha retrasado el crecimiento de todas las plantas, y esto también ha sucedido con los cipreses y las arizónicas, que han retrasado su polinización, por lo que los alérgicos a estas plantas también van a tener síntomas cuando se retiren las lluvias. Este representante de SEAIC admite que las predicciones son similares a las que hicieron el año pasado, con la diferencia de que los meses de abril y mayo fueron muy calurosos y poco lluviosos, lo que "hizo que las gramíneas se secaran rápido, aunque empezaron mucho antes, pero en general fue muy benigna para los alérgicos". "Lo peor para los alérgicos es que las temperaturas sean suaves y no llueva, porque las lluvias en primavera hacen que el polen se humedezca y caiga al suelo.
Y cuando la temperatura es muy alta se secan las gramíneas, pero de lo contrario la polinización puede durar dos meses y dar más problemas. Lo ideal para los alérgicos es que llueva todos los días y haga calor para que lo poco que crezca, se seque", ha destacado. Ante esta situación, Moral, aconseja a los pacientes alérgicos usar mascarillas para que el polen no entre en las vías respiratorias, lavarse la cara o cambiarse de ropa al llegar a casa y usar purificadores de aire en los interiores.
De igual modo, esta sociedad científica ha destacado el aumento de alérgicos al polen en los últimos años, que en el caso de las gramíneas ha pasado del 35 al 74 por ciento, y calcula que en 2030 uno de cada cuatro españoles serán alérgicos al polen, como consecuencia de la contaminación y el cambio climático. La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y los motores diésel son muy irritantes para las vías respiratorias pero también afectan a las plantas, alterando la estructura del polen y propiciando que genera proteínas de estrés como mecanismo de defensa, lo que hace que aumente su capacidad para inducir una respuesta alérgica a personas susceptibles.
"Esto explica que en las ciudades haya más alergias que en zonas rurales, pese a haber más plantas y más concentraciones de pólenes", ha lamentado Moral, que también asegura que el cambio climático está alterando los ciclos de polinización y favoreciendo una mayor exposición de la población. "Necesitamos más alergólogos para lo que se nos viene encima", ha añadido el presidente de SEAIC, Joaquín Sastre, quien argumenta que ahora en España solo hay "los justos" y cada vez hay más casos tanto en población pediátrica como adulta, con pacientes que acaban desarrollando alergias después de 50 años. Este experto ha hecho especial alusión al caso de Baleares, que como vienen denunciando desde hace varios años no cuenta con ningún especialista en la sanidad pública.
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