María lo vendió todo, dejó Valencia y se mudó a México, durante casi un año, para intentar recuperar a su nieta Luna. Su madre, la hija de María, había huído con la pequeña después de que esta abuela intentase, sin éxito, que los jueces la incapacitaran porque asegura que es adicta a las drogas y el alcohol. Había pedido la custodia de su nieta, porque, además, afirma que la pareja de su hija había abusado sexualmente de la pequeña.

Tras diez meses de contínua búsqueda, a lo largo y ancho de México, María dió con la pequeña, que ahora tiene ocho años, en una chabola, sin luz ni agua junto a la playa de Zipolite, en Oaxaca. Dice que estaba con ansiedad, heridas, y quemaduras y sin hablar ni  saber leer ni escribir.

María mantiene ahora una lucha con la burocracia mexicana para traerse a su nieta a Valencia y para que su hija se someta a un tratamiento de desintoxicación.  Las autoridades de México realizan un seguimiento del caso y ambas reciben asistencia psicológica, pero lo que María exige es una resolución judicial que le otorgue la custodia de Luna.

Esta abuela asegura que está dispuesta a llegar donde haga falta para rescatar a Luna de la imensa pobreza en la que dice que hace cuatro años que vive.