Desde el aire, la visión de la zona de la catástrofe resulta desgarradora. Pueden apreciarse restos del avión, como parte de la cola de color rojo, una rueda del tren de aterrizaje, una hilera de ventanillas y numerosos pequeños fragmentos esparcidos por la colina ennegrecida por la violencia del impacto.
A ras de suelo, 38 efectivos han trabajado sin descanso buscando la segunda caja negra del avión y restos mortales. Antes de caer la noche, se han producido los primeros traslados de cuerpos según ha confirmado un coronel de la Gendarmería.
La identificación de víctimas será una tarea dura y compleja quien contará con la ayuda de seis especialistas españoles. "Puede ocurrir algo de lo que ocurrió en las Torres Gemelas, donde hubo cadáveres que nunca aparecieron", afirma el comandante Expósito.
Cinco helicópteros sobrevuelan el lugar para delimitar con balizas el perímetro geográfico en el que se engloba el fuselaje del avión de Germanwings.
Se trata de una amplia extensión abrupta, escarpada, de difícil acceso, de cuatro hectáreas de terreno y un desnivel en altitud de 200 metros. Las autoridades francesas estiman que el rescate puede prolongarse durante una semana, aunque otras tragedias en lugares más accesibles requieron más tiempo.
La Gendarmería francesa ha mandado a 50 agentes para abrir una ruta terrestre hasta la zona del accidente. Una misión extremadamente complicada, ya que desde Seyne des Alps, el pueblo donde se encuentra la base para el rescate y el lugar del siniestro, hay más de 17 kilómetros, atravesando montañas y valles.
Se necesitarían al menos cuatro horas para llegar, siempre y cuando las condiciones meterológicas lo permitan. Los helicópteros han izado a algunos efectivos en la zona del siniestro para darles descanso. La búsqueda volverá a funcionar a pleno rendimiento al amanecer.