Con alguna sonada excepción, como el expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa, o los exdirectivos de las cajas gallegas, los administradores de las cajas de ahorros han sufrido más la pena de banquillo que el efectivo ingreso en prisión.

Transcurrida una década desde el inicio de la crisis, y tras una cascada de procesos judiciales, el balance es nítido, y a día de hoy no hay ni uno preso.

Más difícil parece que pueda evitar ir a la cárcel el expresidente de Caja Madrid y Bankia Rodrigo Rato, al que el Tribunal Supremo ha confirmado esta semana la pena de cuatro años y medio por apropiación indebida por el uso de tarjetas "black".

Pese a que puede recurrir ante el Tribunal Constitucional, el trámite no evitará que se haga efectiva, ya que al tratarse de una condena de cuatro años y medio por un único delito no hay opción de suspenderla; de este modo, una vez notificada, el Supremo devolverá las actuaciones a la Audiencia Nacional, que emitirá la ejecutoria para el ingreso en la cárcel que él elija.

Rato no sería ni mucho menos el primer responsable de un banco que entra en la cárcel por la gestión de una entidad financiera investigada tras el estallido de la crisis en 2007 y la posterior reestructuración del sector, un periodo en el que se han sucedido las intervenciones de cajas y los procesos judiciales.

Esa distinción recae en su predecesor al frente de Caja Madrid, Miguel Blesa, que en mayo de 2013 pasó menos de un día en la prisión madrileña de Soto del Real por la supuesta comisión de varios delitos en la compra en 2008 de City National Bank de Florida.