Desde las campanadas del sábado hasta el domingo, la Comunidad de Madrid registró 670 denuncias por botellón, 357 por no llevar mascarilla y hasta 20 por incumplimientos de horario o aforos en locales.
También hubo 273 atenciones por ruidos en domicilios, sin contar la multitud de recintos y calles céntricas que se agolpaban de gente que asegura no temer las consecuencias: “Las multas nos tienen que tener miedo a nosotros”, llega a asegurar uno de los asistentes a la fiesta.
Ante esto, Inmaculada Sanz, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, incide en su rechazo por las actitudes de los últimos días y, del mismo modo, pide precaución de cara a los siguientes fines de semana: “No estamos cerca de que la normalidad vuelva a nuestras calles. Quiero dejar muy claro que ha decaído el estado de alarma, pero la pandemia y el virus siguen vivos”, cuenta a laSexta.
Ante esto, en el horizonte se teme la llegada de una importante fiesta y cómo la capital va a ser capaz de contenerla sin máximo de reuniones sociales o toque de queda: “Para San Isidro habrá un dispositivo especial diseñado. No va a ser un San Isidro normal, no va a haber verbena”, insiste.
También desde el Ayuntamiento de Madrid, el alcalde Almeida ha querido mandar un mensaje claro: “La libertad no es incumplir la normativa. La libertad no es hacer botellones y la libertad no es ir sin mascarilla por la calle”, expresa.
Un sentir que se ha focalizado en Madrid, pero cuyas pautas se han repetido en buena parte de España: la Guardia Urbana de Barcelona desalojó a 6.500 personas de la vía pública.
En Sevilla, 148 patrullas tuvieron que hacer presencia en las calles, mientras que en Salamanca, era tal la cantidad de gente reunida, que la Policía simplemente se limitó a retirar bolsas de alcohol sin identificar a los que las llevaban. No obstante, sí pusieron una veintena de multas, pero a individuos que no llevaban la mascarilla puesta, así como 12 sanciones a quienes se saltaron el toque de queda entre las 22:00 y las 00:00 horas de la víspera del domingo.