Los datos que dejan las encuestas electorales alejan a Iñigo Urkullu, el candidato del PNV, de la mayoría absoluta y auguran un Parlamento con al menos cinco fuerzas. Sin embargo, si algo es seguro es que en Euskadi habrá lehendakari sin necesidad de que se repitan los comicios. El reglamento del Parlamento Vasco contempla un método de designación —que no de investidura— por el que se asegura la formación de Gobierno, aunque —eso sí— no la gobernabilidad del mismo.
Para la designación pueden presentarse varios candidatos, de modo que los 75 diputados vascos pueden optar por alguno de ellos o abstenerse. Si en la primera votación alguno alcanza la mayoría absoluta se convierte en lehendakari. Si ninguno lo logra, se repite la votación 24 horas después y basta con ser el candidato más votado.
Es lo que ocurrió en 1998, 2005, 2009 y 2012. En 1998, Juan José Ibarretxe ganó en votos al popular Carlos Iturgáiz y se convirtió en lehendakari tras la segunda votación. Hasta dos veces se enfrentó Ibarretxe a Patxi López: la primera vez, en 1998, se impuso el nacionalista. En 2009, sin embargo, un pacto entre PSE y PP logró desterrar por primera vez al PNV de Ajuria Enea. En los últimos comicios, Urkullu se disputó la Lehendakaritza con Laura Mintegui, la candidata de EH Bildu, a quien venció valiéndose únicamente de los 27 votos de su partido. Luego tuvo que llegar a acuerdos para poder sacar adelante presupuestos y leyes autonómicas.
CANDIDATO ÚNICO Y PACTO DE GOBIERNO
Si solo hay un candidato para ser designado lehendakari, tendrá que enfrentarse a una primera votación en la que debe lograr la mayoría absoluta. La diferencia es que los diputados sólo pueden votar por el candidato o abstenerse: no existe el voto en contra. Si no obtiene la mayoría absoluta, habrá una segunda votación 24 horas después en la que se convertirá lehendakari automáticamente: le basta con tener un único voto para ser el más (y único) votado.
Así resolvieron sus designaciones Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza o Juan José Ibarretxe. Al primero le bastaron sus 25 diputados para ser designado por mayoría absoluta en un parlamento de 60 asientos y con los 11 de Herri Batasuna ausentes en la votación. Ardanza se aseguraba la gobernabilidad llegando a acuerdos con PSE, EA o EB que, en la mayoría de los casos, derivaron en Ejecutivos de coalición. En 1986, el PSE venció al PNV en las urnas, pero no logró los apoyos suficientes para su designación y acabó formando un gobierno en coalición encabezado por los nacionalistas.
EL PAPEL DEL PSE
Desde 1986, el PSE ha sido un socio habitual del PNV dándole su apoyo para la designación o incluso formado gobiernos de coalición. En la legislatura de 1990, por ejemplo, entró en el Gobierno de Ardanza después de que EA abandonara el Ejecutivo. Sin embargo, la relación entre socialistas y nacionalistas se debilitó con la llegada de Ibarretxe. A partir del segundo mandato del lehendakari nacionalista, formó un frente con el PP que se opuso a las pretensiones soberanistas del conocido como “Plan Ibarretxe”. Populares y socialistas votaron conjuntamente la designación de Patxi López como lehendakari por dos veces: la primera, sin éxito, y la segunda convirtiendo a López en el primer lehendakari no nacionalista.
Poniendo el foco en la izquierda abertzale, representada desde 2009 por EH Bildu, sus posturas frente a la designación del lehendakari también han variado notablemente: mientras que Herri Batasuna lograba representación para no usarla —sus parlamentarios estaban siempre ausentes—, Eh Bildu participa activamente como cualquier otra fuerza política. Serán una formación a tener en cuenta para futuros pactos de gobierno en Euskadi.