El PSOE ha vuelto a sufrir una caída de votos en las urnas, traducida en el peor resultado en unas elecciones generales, con 5,5 millones de votos (22,02%) y 90 escaños, aunque su candidato, Pedro Sánchez, mantiene opciones de poder gobernar si el PP fracasa en su intento. 

Los socialistas se dejan un millón y medio de votos respecto a 2011, cuando, con Alfredo Pérez Rubalcaba, cosecharon siete millones de votos (28,7 por ciento) y 110 escaños, en una contienda sin Podemos y Ciudadanos. 

Si se compara con el triunfo de José Luis Rodríguez Zapatero de 2008, la hemorragia es de casi seis millones de papeletas. Sin embargo, como ocurrió en las elecciones municipales y autonómicas de mayo, el mal resultado del PSOE se compensa con la aritmética, ya que el escrutinio deja abiertas posibles combinaciones que llevarían a Sánchez a la Moncloa. 

Con el apoyo de Podemos y Ciudadanos, el PSOE obtendría una holgada mayoría absoluta. En caso de no contar con el sustento de la formación que lidera Albert Rivera, Sánchez tendría que recurrir a otros partidos, como IU, PNV y CC, aunque se quedaría en 168, sin terminar de alcanzar los 176 escaños. Necesitaría que los independentistas catalanes le prestaran los votos para facilitarle su investidura. 

Tras cerrarse el escrutinio y felicitar por teléfono a Mariano Rajoy por la victoria, Sánchez ha comparecido ante los 300 militantes que le han recibido en la sede de Ferraz al grito de "¡presidente, presidente!". 

El líder del PSOE ha aceptado que corresponde al PP intentar formar Gobierno y, aunque no ha precisado qué hará si Rajoy fracasa en su intento, ha advertido: "España quiere izquierda y quiere cambiar".