Después de la despedida con honores de Estado al cierre de la capilla ardiente del Congreso, el féretro de Suárez ha sido trasladado hasta Ávila, donde el obispo de esta diócesis, Jesús García Burillo, ha oficiado el funeral de "corpore insepulto" al que han asistido los familiares del expresidente y numerosos representantes políticos. 

Entre ellos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; el exjefe del Ejecutivo José María Aznar; el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; y varios exministros, algunos de los cuales formaron parte de los gabinetes de Suárez. Numerosos ciudadanos de Ávila han podido asistir también al funeral, que ha comenzado con casi una hora de retraso sobre el horario previsto con la interpretación del himno nacional en el órgano de la catedral. 

En su homilía, García Burillo ha elogiado el "prodigioso trabajo del expresidente en la Transición. A su juicio, inauguró un estilo de convivencia política trabajando sin cesar por el entendimiento entre los españoles y, por ello, ha instado a seguir su camino. "Su política consiguió que las dos Españas pudieran encontrarse tras décadas de animadversión política y de odio", ha dicho García Burillo, quien ha recordado la fe que profesaba Suárez, "un católico en la vida pública". 

Ha asegurado que España le debe "una acción de gracias inmensa" y ha destacado su búsqueda del bien común para los españoles. El obispo de Ávila ha leído un mensaje del papa Francisco en el que ha trasladado su pésame a la familia y a todos los que lloran la pérdida de una "figura destacada de la época reciente española". 

Tras el funeral, en el que el coro gregoriano de la Santa ha cantado algunas piezas con textos de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, el féretro con los restos mortales del expresidente se ha trasladado al claustro de la catedral seguido de los familiares y de las principales autoridades. 

En el acto más intimo en el que Suárez ha sido enterrado han estado presentes Rajoy, Aznar, Herrera y el alcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto. 

En medio del silencio y con visible emoción contenida en sus familiares, el ataúd ha sido introducido en el hueco al que fueron trasladados los restos mortales de la esposa del expresidente, fallecida en mayo de 2001 y que hasta ahora habían reposado en la capilla del convento de Mosén Rubí, situada a unos doscientos metros de la catedral. 

La tumba ha sido sellada y sobre ella se ha colocado la lápida con la inscripción "Excmos. señores duques de Suárez", seguida de los nombres de ambos, las fechas respectivas de sus nacimientos y muertes y un lema final "La concordia fue posible".