Los océanos no paran de calentarse. 2020 ha sido su año más cálido, algo que se ha repetido cada año durante la última década. El agua de nuestros mares es un termómetro preciso que muestra el avance del cambio climático.

Joanna Ivars, meteoróloga de laSexta, explica que desde la década de los 80, los océanos han absorbido el 90% del exceso de calor del sistema climático que ha generado el hombre. "El océano es el mejor indicador para estudiar el cambio climático", añade, que explica que el calor registrado entre 2019 y 2020 fue más que la media en 29 años.

Ese calor absorbido por los océanos influye en todo el ecosistema marino. Desaparecen los arrecifes de coral y los peces migran hacia aguas más profundas y otras latitudes. Incluso afecta a su tamaño, como nos cuenta Guillem Chust, coordinador del área de cambio climático de AZTI.

"Los peces podrían ser hasta un 30% más pequeños para finales de siglo", asegura. Pero las consecuencias son también devastadoras para la ierra y quienes vivimos en ella, viviendo sequías prolongadas, grandes incendios, lluvias torrenciales y huracanes provocados por el calentamiento de los mares.

José Luis Pelegrí, director del Instituto Ciencias del Mar del CSIC, afirma que es el aumento del calor de la superficie oceánica el que "alimenta" otros fenómenos meteorológicos. Además, la desaparición del hielo en las regiones polares eleva el nivel del mar, que puede subir hasta 30 centímetros en 2050, poniendo en peligro miles de kilómetros de costas.

Los científicos creen que, si la tendencia persiste, a finales de siglo el mar habrá subido un metro de altura, desplazando a 150 millones de personas y engullendo, por ejemplo, muchas de nuestras turísticas playas mediterráneas.