También después de la hora de cenar, de un bisiesto 29 de febrero de 1960, Marruecos temblaba como lo hizo el 8 de septiembre de 2023. No tan fuerte, pero con peores consecuencias (por ahora). El último seísmo que afectó al país norteafricano tuvo una magnitud inicial de 7, después corregido a 6,8 en la escala Richter. Aunque ha habido diferentes temblores en los últimos años, 63 años antes otro terremoto puso en jaque a Marruecos: cerca de la turística ciudad de Agadir, a orillas del océano Atlántico, se registró un temblor de potencia moderada (5,8) pero de poca profundidad, unos 15 kilómetros. Fue precisamente esto lo que hizo que la percepción del temblor fuera extrema, según la escala de intensidad de Mercalli.
Los sismógrafos de todo el mundo registraron el terremoto de Marruecos de 1960, aunque ninguna estación estaba lo suficientemente cerca como para localizar con precisión su epicentro. Con la información disponible, se acabó fijando el epicentro del temblor a pocos kilómetros del barrio de la Kasbah. Una semana antes del gran temblor, Marruecos ya temblaba: se registró una secuencia de pequeños terremotos, de débil a leve, a lo largo de varios días y el mismo 29 de febrero, todas las alertas se activaron a mediodía, cuando tuvo lugar un seísmo de intensidad fuerte pero sin grandes consecuencias.
El gran terremoto de Agadir de 1960, que tuvo lugar el tercer día del Ramadán, duró apenas 10 segundos, pero provocó que se derrumbaran muchísimos hoteles, edificios, apartamentos, mercados y edificios de oficinas. La fortaleza de la Kasbah, construida en el siglo XVI sobre una colina de Agadir, se hizo añicos, dejando solo en pie parte de su muralla. La cifra de muertos oscila entre los 12.000 y los 15.000, entre ellos muchísimos turistas que quedaron atrapados bajo los escombros.
¿Por qué murió tanta gente en el terremoto de 1960?
Las políticas (o ausencia de ellas) urbanistas tuvieron gran parte de la responsabilidad en las consecuencias del temblor de Agadir de 1960. Entre 1945 y 1955, Agadir fue escenario de una rápida construcción, pero sin muchas evaluaciones previas: los edificios eran levantados por trabajadores sin conocimientos, con muchas prisas, y dado que la ciudad no había vivido ningún temblor grave hasta entonces, se construyó sin tener en cuenta la actividad sísmica. La mayor parte de los edificios se habían construido sin respetar las normas a tal efecto.
Aunque algunos edificios altos de hormigón armado aguantaron los temblores, la mayor parte de los edificios de mampostería acabaron derruidos. Lo mismo ocurrió con los edificios construidos con tierra apisonada, algo que ocurría en muchos barrios de la ciudad. Este tipo de estructuras no tienen ninguna resistencia a los terremotos —esto también ha ocurrido en el terremoto de 2023—, quedando desintegrados por completo, convirtiéndose en polvo. En estas zonas, además, se añadían los problemas de rescate, dada la imposibilidad de acceder y de mover los escombros. En el barrio de Talborjt (que significa 'pequeño fuerte') apenas sobrevivieron 10 de sus cerca de 5.000 habitantes.
Entre los edificios que quedaron completamente derrumbados estaban, según pudo confirmar entonces la BBC, el hospital de Agadir, el recién construido hotel de lujo Saada o el cuartel general de la Milicia Nacional.