Referente de la política
Julio Anguita ya tiene su estación de tren en Córdoba: así recuerda la ciudad al alcalde que hizo política en tiempos de "circo"
El contexto Desde este martes, la estación de trenes de Córdoba lleva el nombre de Juilo Anguita, recordando al alcalde que transformó la ciudad entre 1979 y 1986 y al referente nacional de IU, maestro e historiador que sigue siendo un ejemplo de coherencia y compromiso.

Resumen IA supervisado
Córdoba ha nombrado su estación de tren en honor a Julio Anguita, un político que destacó por su firmeza en los principios y su vida austera. Conocido como el "Califa rojo", fue el primer alcalde comunista de una capital de provincia y un referente de la izquierda por su coherencia y serenidad en un entorno político ruidoso. Anguita defendía una política centrada en ideas y personas, rechazando el espectáculo. Tras su carrera política, volvió a enseñar, demostrando su compromiso ético y personal.
* Resumen supervisado por periodistas.
Córdobaha puesto nombre a su estación de tren: Julio Anguita. No es un homenaje más. Es un reconocimiento a un político diferente, de los que hoy parecen imposibles: firme en sus principios, austero en su vida, combativo pero siempre educado. Anguita, conocido como el "Califa rojo", hizo historia al convertirse en el primer alcalde comunista de una capital de provincia y luego se convirtió en referente nacional de la izquierda, no por sus discursos grandilocuentes, sino por su coherencia y su capacidad de mantener la cabeza fría cuando todo alrededor era ruido y espectáculo.

Mientras muchos se perdían en gritos, ataques personales y estridencias en los parlamentos, él recordaba que la política debía ser sobre ideas y personas, no sobre espectáculo. "Porque a veces, entre lo que aquí se oye y el circo romano hay una diferencia, a favor del circo romano", decía. Y lo decía en serio. Su mantra era claro y repetido: "Programa, programa, programa". Nada de pactos por el poder, nada de teatralidades vacías: soluciones concretas, propuestas claras.
Azote de la política neoliberal de Aznar, crítico con los excesos del poder y defensor de una izquierda autónoma frente al PSOE, Anguita también sabía reconocer méritos en sus adversarios. "No quiero atacar una historia heroica y brillante de izquierdas del PSOE. No quiero atacarla", afirmaba, mostrando un respeto poco habitual en la arena política. Su política combinaba firmeza y moderación, combatividad y educación, ideales y coherencia práctica.
Su vida política estuvo marcada además por un compromiso ético profundo. Fue enemigo de las guerras, y la tragedia personal de perder a su hijo periodista en Irak reforzó su convicción: "Malditas sean las guerras y los canallas que los hacen". Un mensaje que hoy sigue resonando en boca de quienes denuncian conflictos y genocidios en cualquier parte del mundo.

Pero Anguita no era solo política. Tras dejar la vida pública, volvió a su otra pasión: enseñar. "Salvo salud y muerte, me verán entrar por esta puerta para dar clase", aseguraba, rechazando cualquier tentación de privilegios o puertas giratorias. Esa coherencia personal es la que hoy se recuerda cada vez que los trenes entran y salen de la estación que lleva su nombre.
Con este homenaje, Córdoba no solo recuerda a un alcalde y a un líder nacional: recuerda a un hombre que demostró que se puede ser firme sin estridencias, combativo sin insultos, coherente en un mundo lleno de circo y mantener siempre la educación y el respeto. Julio Anguita fue, y sigue siendo, un faro de integridad política y humana, un ejemplo de que otra política es posible.