Nikita Chibrin, de 27 años, se vio obligado a ingresar en el ejército ruso para hacer frente a sus problemas económicos. Pero lo que nunca se imaginó es que acabaría involucrándose en una guerra, una a la que se opone. Y así se lo hizo saber a sus superiores, quienes le amenazaron con dispararle si desertaba.

Y es lo que deseaba hacer desde el día en el que fue enviado a la guerra sin saberlo. El 24 de febrero cruzó la frontera bielorrusa sin "tener ni idea" de que iba a luchar en Ucrania. "Todos fuimos engañados", confiesa el joven a The Guardian.

El primer mes lo pasó en la aldea de Lypivka, a 48 kilómetros de Kiev. Durante su estancia allí asegura que no presenció ningún tiroteo, pero sí saqueamientos de casas ucranianas. "Saquearon todo lo que había. "Lavadoras, electrónica, todo", asegura en declaraciones al citado medio. Así, confiesa que sí que había rumores de que sus compañeros de la unidad estaban involucrados en violencia sexual y asesinatos de civiles.

Tras ser enviado a Járkov - en un momento en el que las tropas rusas tuvieron que irse de las afueras de la capital -, logró escaparse del conflicto. El 16 de junio se escondió dentro de un camión que iba a Rusia a cargar alimentos, tal y como ha relatado al citado medio por teléfono.

Una vez allí contactó con la red de derechos humanos Gulagu.net. Gracias a ellos consiguió salir de Rusia a principios de noviembre.

Este jueves salió del centro de inmigración del aeropuerto en Madrid. Ahora se le asignará un refugio temporal mientras espera a que se tramite su solicitud de asilo en España.