El Senado de Estados Unidos ha aprobado la reforma fiscal impulsada por el Partido Republicano y el presidente de EEUU, Donald Trump, y que pretende eximir de porciones del pago de impuestos a las grandes corporaciones para potenciar su inversión e incrementar en 1,4 billones de dólares la deuda nacional para financiar las modificaciones y, a largo plazo, impulsar la economía.

La votación se ha solucionado por 51 votos a favor por 49 en contra, y ahora comenzarán las conversaciones con la Cámara de Representantes, para concordar las dos versiones existentes de la reforma en una sola ley para que Trump la firme.

El presidente quiere que ello suceda antes de finales de año, para apuntarse su primera gran victoria legislativa, algo que le ha resultado muy difícil de hacer hasta el momento a pesar de que su partido controla ambas cámaras del Congreso.

Los demócratas han criticado duramente no solo la esencia de la reforma, que entienden como un regalo al sector más rico de la población a costa de la clase media, sino también el secretismo de la votación dado que el borrador final de la reforma no ha estado disponible para el público hasta pocas horas antes de la votación, con enmiendas a mano de última hora, con errores de forma y vulnerables a la manipulación a posteriori.