Nueva primera ministra
Sanae Takaichi, una batería de 'heavy' que quiere ser la 'dama de hierro' de Japón
Protegida de Shinzo Abe, Sanae Takaichi promueve un mensaje sobre el 'regreso de Japón' que recuerda al movimiento MAGA de Estados Unidos. Así es la líder de la derecha japonesa que quiere seguir los pasos de Margaret Thatcher.

Es la primera mujer que llega al cargo de primera ministra de Japóny, al más puro estilo de Margaret Thatcher, Sanae Takaichi quiere convertirse en la 'dama de hierro' nipona. Es la líder de un partido —el Partido Liberal Democrático— dominado por hombres, abiertamente tradicionalista, que tiene la esperanza de mantener una colaboración estrecha con el Gobierno de Donald Trump, aunque es reticente acerca de la dependencia que tiene Japón de Estados Unidos. Lo que se espera en Japón de Takaichi, protegida del ex primer ministro Shinzo Abe, asesinado el verano de 2022, es que le dé un nuevo impulso a la derecha, promoviendo un movimiento similar al MAGA —Make America Great Again— de la era de Trump.
Nació el 7 de marzo de 1961 en Nara, donde vivió hasta su graduación en la universidad. Su padre, Daikyū Takaichi, trabajaba en una filial de Toyota; su madre, Kazuko Takaichi, en la Policía de la prefectura. Ninguno de los dos quiso que Sanae fuera a estudiar a Tokio: se negaron a pagarle la matrícula si se iba de casa o si iba a una universidad privada. Por ser mujer. Lo que hizo fue matricularse en la Universidad de Kobe, a la que acudía a diario haciendo cerca de seis horas de autobús y tren. Después, acabó en el Instituto Matsushita de Gobierno, una institución que forma a futuros líderes políticos del país, según recoge The Strait Times.
En aquellos tiempos, Takaichi era batería aficionada de un grupo de 'heavy metal' universitario y amante de las motos, y llegó a pintarse el pelo de rosa. Aquella etapa la dejó antes de entrar en política, aunque sigue siendo fan de grupos como Iron Maiden, Black Sabbath o Deep Purple, sigue teniendo una batería (eléctrica) en casa y tira de baquetas en momentos de estrés.
Cuando era niña era sonriente y reservada, nada que ver con la imagen de mujer fuerte que tiene ahora
Hasta que se unió al PLD, en 1995, viajó a Estados Unidos —allí, trabajó como becaria en la oficina de la congresista demócrata Patricia Schroeder— y de vuelta en Japón, fue presentadora y comentarista de televisión. Desde que entró en política, Takaichi ha sido ministra de Asuntos Internos y Comunicación y de Ciencia y Tecnología, ministra de Estado de Economía y de Seguridad Social y responsable de la Comisión de Educación y Cultura y del Consejo de Investigación de Política. También ha sido profesora en la facultad de Economía de la Universidad de Kinki y en el Junior College of Economics de Nihon.
Una de las amigas de la infancia de Takaichi, Motoko Shimada, la recuerda, en conversación con The New York Times, como una niña "muy sonriente y reservada", nada que ver con esa "imagen de mujer fuerte" que tiene ahora. Aunque parece que Takaichi era consciente ya entonces de la presión que se ejercía sobre las mujeres en Japón. Su madre le pedía que conservara la "gracia femenina" y tanto ella como su padre siempre consideraron una preferencia dedicar recursos económicos a los estudios de su hermano, no de ella. Esto hizo que ahora se presente con la intención de "reducir el número de personas que se ven obligadas a dejar de trabajar para cuidar o criar a sus hijos", con el fin de "crear una sociedad donde la gente no tenga que renunciar a sus carreras profesionales", según recoge la BBC.
En la Dieta Nacional (Parlamento japonés), Takaichi descubrió el aislamiento que supone ser mujer en política. Sus colegas, hombres, eran despectivos y a menudo se reunían en espacios donde las mujeres no eran bienvenidas, como clubes sociales o saunas. "Es muy difícil para una mujer reunirse con un hombre a solas", declaraba a la agencia Associated Press en 1993, añadiendo que la gente observaba y todo parecía dispuesto para que alguien se inventara un "escándalo extraño".
Sus convicciones políticas: tradición y expansionismo fiscal
Durante mucho tiempo, se ha opuesto a la legislación que permite a las mujeres mantener su apellido de soltera al contraer matrimonio, insistiendo en que va en contra de los valores tradicionales nipones. Sin embargo, su marido, Taku Yamamoto, adoptó el apellido de ella después de casarse por segunda vez. Se casaron por primera vez en 2004 pero en 2017 firmaron el divorcio, alegando diferentes visiones políticas. Yamamoto también era miembro del PDL. En 2021, se casaron en segundas nupcias y Taku Yamamoto adoptó el apellido Takaichi desde entonces.
También está en contra del matrimonio homosexual, aunque recientemente ha ido suavizando su tono. La periodista japonesa Yoshiko Sakurai, que ha apoyado abiertamente a Takaichi, la define como una política "abierta al mundo exterior", pero siempre sabiendo que "debemos ser buenos japoneses". "Tenemos que conocer nuestra propia cultura, nuestras tradiciones, nuestra filosofía e historia".
Como protegida de Shinzo Abe —la llegó a presentar como la "verdadera estrella de los conservadores"—, su postura económica sigue las líneas de las políticas de estímulo conocidas como Abenomics: es partidaria de la generosidad fiscal y de políticas monetarias laxas y ha pedido un mayor gasto y recortes de impuestos.
Sus polémicas visitas al Santuario Yasukuni
Takaichi es conocida, además, por sus frecuentes visitas al Santuario Yasukuni, un templo sintoísta ubicado en Chiyoda (Tokio) en el que se encuentran cientos de nombres de caídos en combate, entre ellos más de mil criminales de guerra convictos de la Guerra del Pacífico, al menos una decena de ellos de Clase A —condenados por crímenes contra la paz, acusados de liderar, planear, preparar o iniciar guerras—. El emperador Hirohito lo visitó numerosas ocasiones, pero a partir de 1978 se negó a acudir, a raíz de la decisión de honrar a criminales de guerra de Clase A en el templo. Sus sucesores, Akihito y Naruhito, nunca lo han visitado. El último primer ministro japonés en visitarlo fue el fallecido Shinzo Abe, en 2013.
La ahora primera ministra nunca ha ocultado estas visitas. "Debemos considerar cuidadosamente cómo honrar la memoria de quienes sacrificaron sus vidas por el país y orar por la paz", declaró días antes de la votación que la llevó al cargo. Insiste en que estas visitas no deberían ser "un asunto diplomático", aunque no aclaró si continuará con ellas una vez que asuma el cargo. Los críticos consideran que Yasukuni es un símbolo del pasado militarista del país asiático y que las visitas de políticos al templo suponen una violación de la separación de la Iglesia del Estado, prevista en la Constitución.
Takaichi ha venido restando importancia a las atrocidades cometidas por Japón durante la Segunda Guerra Mundial y se prevé que siga la línea de Abe de revisar la Constitución con el fin de "liberar" al Ejército japonés después de varias décadas de pacifismo de posguerra.