El Papa Francisco ha rendido homenaje público, este jueves, a la Virgen de la Inmaculada, en la Plaza de España de Roma, junto a la embajada de España ante la Santa Sede, y le ha trasladado la "súplica" de los niños, padres, madres y mayores que aún sufren la guerra en Ucrania.

"Virgen de la Inmaculada, habría querido traerte hoy el agradecimiento del pueblo ucraniano por la paz que desde hace mucho tiempo pedimos al Señor. En cambio, todavía tengo que presentarte la súplica de los niños, de los ancianos, de los padres y madres, de los jóvenes de esa tierra torturada", ha rezado el Pontífice, entre lágrimas, durante el homenaje público, que se ha retomado tras dos años sin celebrarse debido a la pandemia.

El Papa ha llegado a las 15.47 horas a la Plaza de España, donde ha sido recibido por el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, y por el cardenal vicario Angelo De Donatis. Después de la bendición del gran cesto de rosas blancas, escuchando las letanías a la Virgen entonadas por el coro de la diócesis de Roma, Francisco ha destacado que esas coronas de flores, colocadas por muchos ciudadanos expresan el amor y la devoción a la Virgen de la Inmaculada, según informa el portal oficial del Vaticano Vatican News.

Además, el Pontífice ha trasladado a la Virgen de la Inmaculada "el amor filial de innumerables hombres y mujeres, no solo cristianos". "Porque en medio de tantas nubes oscuras eres un signo de esperanza y de consuelo", ha remarcado. También le ha llevado "las sonrisas de los niños", el "agradecimiento de las personas mayores", las "inquietudes de las familias que luchan para llegar a fin de mes" y los "sueños y las angustias" de los jóvenes, "abiertos al futuro pero frenados por una cultura llena de cosas y pobre en valores, saturada de información y carente de educación, persuasiva en el engaño y despiadada en la decepción".

Antes de marcharse de la Plaza de España, el Papa ha saludado, a pie y luego con la ayuda de una silla de ruedas, a los numerosos fieles que han rezado junto a él. Tres horas antes, en el Angelus, había pedido a los fieles presentes en la plaza de San Pedro que se unieran a él espiritualmente en el gesto de veneración de la Inmaculada Concepción, a cuya intercesión ha encomendado "el deseo universal por la paz, especialmente por la martirizada Ucrania, que tanto sufre".