No tenía permiso de conducir y legalmente no lo necesitaba. El volante era una de las pasiones de Isabel II y, tal y como explican los que la conocían, amaba ir a toda velocidad. Esta capacidad de manejo del vehículo lo adquirió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando dirigió camiones y ambulancias y se formó como mecánica.
Los que la conocieron la describen como diplomática, discreta y ahorradora. Cuentan que por las noches daba un último paseo por el Palacio de Buckingham apagando las luces encendidas.
Pese a su carácter, también se trataba de una mujer que rompía corazones. Cuentan que Winston Churchill se enamoró de ella pese a que al principio tenía serias dudas sobre su capacidad para reinar.
Otro de los datos más conocidos es que desde los 18 años crio más de 30 perros de la raza corgi, todos ellos descendientes del primero que le regalaron. Amante del tenis y de la hípica, dominaba este último deporte desde que a los cuatro años le regalaron su primer pony.
Pero ella no tenía ganas de reinar. "Rezaba todas las noches para tener un hermano varón", ha explicado en Al Rojo Vivo la experta Ana Polo, escritora de una biografía que verá la luz el mes que viene.
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Su reinado ha sido tan largo que las cifras asustan: 15 primeros ministros británicos, 14 presidentes de Estados Unidos y seis papas han sido sus coetáneos. Siempre vestía uniformada con un abrigo, vestido, sombrero, broche y zapatos. Sin olvidar su eterno bolso Launer, que no soltaba para nada. Entre sus gustos más mundanos: era seguidora del Arsenal, le encantaban los sándwiches de mermelada de fresa y su canción favorita era, cómo no, Dancing Queen, de ABBA.