La gente huyó sorprendida por la tormenta, que arrastró todo lo que encontró a su paso. Terrazas desmanteladas, tejados que se plegaron, pareciendo de papel, y grúas que bailaron al ritmo de unos vientos que llegaron a soplar con una fuerza de 100 kilómetros por hora. Estos arrancaron árboles de raíz e incluso ha tumbado estructuras que caían sobre los coches.

Se cerró el cielo en el oeste de Rumanía para traer consigo una brutal tormenta tan dura como inesperada. Nadie la pronosticó, y de ahí las graves consecuencias. Golpeó durante solo 15 minutos para dejar un balance trágico: ocho muertos y 140 heridos.

Disfrutaban los ciudadanos de la zona de temperaturas superiores a 30 grados y eso hizo que mucha gente estuviera en la calle. El impacto fue tal que se tuvo que suspender el tráfico ferroviario y también el de carretera.

Desde el interior de los vehículos grabaron la tormenta que, en pocos segundos, pasa a perder la visibilidad por completo. La tormenta climatológica ha traído consigo otra, la política, con lluvia de acusaciones en busca de responsables.