Cuando se cumplen ocho años del conflicto en Siria, la guerra está lejos de terminar. En muchos lugares del país los niños siguen sufriendo una violencia inimaginable: se ven forzados a huir de sus hogares, carecen de acceso a servicios vitales y ven cómo sus familias se rompen.

Solo en 2018, el año más mortífero desde que comenzó la guerra, 1.106 niños murieron debido a la violencia. Los que sobreviven lo hacen con profundas cicatrices, tanto físicas como psicológicas, y están perdiendo su infancia.

Familias huyen de la República Árabe Siria​-

"'El año pasado, por estas mismas fechas, gritábamos en nuestras redes sociales '7 y no más'", recuerda Javier Martos, director ejecutivo de Unicef Comité Español. "Desgraciadamente, un año después hemos constatado no solo que 2018 ha sido el año más cruel para la infancia desde que empezó la guerra, sino que no hay indicios de que el conflicto vaya a terminar. Los niños y niñas de Siria no merecen ni un día más de violencia. Su sufrimiento debe acabar", sentencia el activista.

Desde que comenzó 2019, al menos un un niño ha muerto cada cinco días a causa de la falta de atención médica y de las duras condiciones climatológicas en Rukban, en la frontera de Siria con Jordania. Además, los informes señalan que casi 60 niños han muerto mientras huían de los combates en Deir-Ez-Zor de camino al campamento de Al Hol, en el noreste de Siria, a 300 kilómetros de distancia.

En Siria y los países vecinos, ocho millones de niños necesitan ayuda humanitaria; cinco millones siguen dentro del país, y más de dos millones y medio viven como refugiados en países vecinos como Jordania, Líbano o Turquía.

La violencia es uno de los problemas más graves que les afectan. En 2018, las instalaciones educativas y sanitarias sufrieron 262 ataques, una cifra récord. Los artefactos explosivos sin detonar causaron el año pasado 434 muertes y lesiones.

Tras ocho años de guerra, más de dos millones de niños sirios (una tercera parte de toda la población infantil del país) están fuera de la escuela. El 40% de la infraestructura educativa ha quedado dañada o destrozada. En el ámbito de la salud, tan solo la mitad de las instalaciones sanitarias están operativas. La tasa de vacunación ha bajado del 80% en 2010 a menos del 50% en 2017, lo cual ha causado varios brotes de enfermedades.

Solo la mirad de las instalaciones sanitarias están operativas y muchos niños sufren desnutrición.

La economía familiar empeora y lleva a los niños al matrimonio y el trabajo infantil

Las familias sirias también sufren un empeoramiento de su economía: más del 83% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, una situación que aumenta el riesgo de que los niños, para ayudar a sus familias, sean víctimas del matrimonio o el trabajo infantil, o sean reclutados por grupos armados.

Un grupo de hermanos sirios refugiados de camino a la escuela en Adana, Turquía.

"UNICEF sigue trabajando en Siria y en los países vecinos para ayudar a proporcionar a los niños servicios esenciales de salud, educación, protección y nutrición", afirma Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef. "Pero se requiere una financiación estable y sin restricciones durante varios años para cubrir las necesidades inmediatas y a largo plazo de los niños y sus familias dentro de Siria y en toda la región", apunta.

#8enmicorazón, la campaña de apoyo en redes sociales

Con motivo del octavo aniversario de la guerra de Siria, Unicef Comité Español ha puesto en marcha una movilización en redes sociales a favor de los niños de Siria. El objetivo es recordar a todos los actores implicados que la guerra debe terminar, y hacer llegar a los niños sirios y sus familias el mensaje de que no los olvidamos. Para unirse solo es necesario subir una fotografía haciendo el gesto de ponerse un 8 sobre el corazón con el hashtag #8EnMiCorazón

Además, desde la organización han lanzado un álbum de canciones infantiles, '11', en el que participan niños de Siria y de los países vecinos. Los niños intérpretes, algunos de ellos con discapacidad, acudieron a talleres musicales para poder grabar el disco. "Me lo pasé bien, canté y aprendí. Estaba fascinado, fue como estar en otro mundo, ¡como en un sueño!" recuerda Assia Mohammed, de Aleppo, que ahora vive en Turquía.

Este proyecto forma parte de la atención psicosocial que varias organizaciones ofrecen a los niños afectados por la guerra. La música y las canciones contribuyen a promover la cohesión social, y permiten a los niños reconectar con sus tradiciones y su lengua. El disco puede descargarse de forma gratuita en las plataformas Anghami, Deezer, Sound Cloud, Spotify y YouTube.