El la que según las autoridades era la manifestación más pacífica de los Chalecos Amarillos en vimos imágenes como la de un policía, acorralado por los manifestantes, tirando de pistola para disuadir a los manifestantes para tener que huir a toda velocidad.

Tras seis semanas de revueltas, las cifras demuestran que el movimiento pierde fuelle. Si el pasado 17 de noviembre, en su primera convocatoria, casi 300.000 personas se echaron a las calles, hace tres días lo hicieron apenas 40.000.

Las agresiones a la Policía y los gestos antisemitas parecen haber mermado el furor en las calles, y un ejemplo son los insultos y cánticos a la una anciana judía en elmetro de París, que ya investiga la Fiscalía.

Lo que comenzó como una rebelión contra la subida de carburantes del presidente francés, acabó poniendo contra las cuerdas a Macron, que en un discurso televisado llegaba a entonar el mea culpa y anunciaba un paquete de medidas para responder a sus demandas, como una subida del salario mínimo o rebajas de impuestos para los pensionistas.

Veremos si estas fechas navideñas ayudan a calmar las aguas, como espera el gobierno galo.