El destrozo de mobiliario urbano resume cómo terminó la huelga general en Brasil, la primera en los últimos 20 años. La protesta empezaba siendo pacífica, hasta que se descontroló con la gente enfervorizada y pidiendo la dimisión del presidente, mientras la policía tomaba las calles.
Protestan por la reforma laboral y de pensiones que quiere sacar adelante el presidente Temer en el Senado. Por primera vez en Brasil, habrá edad mínima de jubilación, se modificará el cálculo de las pensiones y las leyes laborales que benefician al trabajador también se verán recortadas, según denuncian los manifestantes.
La crisis es demasiado grande, y es que hay 13 millones de brasileños en paro y muchos están desesperados. En las manifestaciones, todo el mundo lleva máscaras de gas y los que no la tienen, lo pasan muy mal. En las calles ya no hay tregua, todo el mundo intenta ponerse a salvo.
El presidente ha pedido calma, dice que no rechaza las protestas, pero siempre de forma pacífica. Además, mantiene que la huelga general ha sido un fracaso y que de momento no habrá marcha atrás en las reformas.