La emergencia climática avanza a una "velocidad catastrófica". En el último año se han producido avances a nivel global, como la menor producción de carne de rumiante, la reforestación o las energías renovables; sin embargo, la guerra de Ucrania ha supuesto un auténtico retroceso en esta lucha.

Ejemplo de ello es el desmantelamiento en los últimos días de un parque eólico de Alemania para ampliar una mina de carbón a cielo abierto. Es una de las muestras de cómo la guerra en Ucrania ha resucitado un gran enemigo contra el cambio climático. "Es posible que el carbón se vuelva a intensificar en su uso y que se traduzca en mayores emisiones", ha expuesto el profesor de Economía Roberto Gómez Calvet.

Este extremo choca con los planes de los líderes mundiales en la Cumbre del Clima en Egipto. La nueva fiebre por los combustibles fósiles para no depender de Rusia está contribuyendo a retrasar hasta 2030 el momento en el que comenzarán a caer las emisiones de CO2, según la OPEP.

Los expertos están divididos. Algunos temen la vuelta de los combustibles fósiles, pero otros creen que la guerra en Ucrania es un punto de inflexión hacia las energías verdes, ya que con el objetivo de no depender del gas ruso se deberá invertir más en renovables, lo que compensaría el uso actual de gas y carbón.

Ese acelerón en las renovables permitirá, según la Agencia Internacional de la Energía, que el pico de emisiones no esté en 2030, sino en 2025. Sin embargo, aun así asegura que no será suficiente para asumir los objetivos climáticos comprometidos.

"Con los compromisos actuales llegaríamos a un incremento de más de 2,5ºC, cuando la ciencia nos dice que es muy importante permanecer por debajo de los 2ºC", ha explicado la responsable del Clima de WWF España, Mar Asunción, aunque lo ideal para evitar catástrofes climáticas extremas es no superar los 1,5ºC.