La confesión del exmilitar Nordahl Lelandais, de 35 años, del asesinato del cabo Arthur Noyer, desaparecido hace un año, reavivó en Francia el temor a encontrarse ante el perfil de un asesino en serie. Lelandais, imputado en diciembre por el crimen de Noyer, de 23 años, reconoció finalmente haber matado al joven sin dar más detalles sobre las circunstancias del suceso.
Detenido en septiembre por la desaparición de la pequeña Maëlys de Araujo, de 9 años, durante una boda, el militar reconoció en febrero haber matado a la niña "de forma accidental". Lelandais fue llevado hasta la zona en los alrededores de Grenoble (sureste de Francia) en la que aparecieron restos del cráneo de Noyer, en septiembre de 2017, y acabó admitiendo el asesinato.
En el caso de Noyer, los investigadores sospechaban de Lelandais porque su teléfono había sido localizado en la misma zona en la que estuvo la víctima, cuyo rastro se perdió el 12 de abril de 2017 a su salida de una discoteca.
Una cámara de seguridad también había registrado el coche de Lelandais en la misma área, pero no se sabía si ambos hombres habían podido cruzarse esa noche. Tras las numerosas pruebas que le señalaban, el sospechoso confirmó el pasado 5 de febrero haber subido a su vehículo al cabo, que estaba haciendo autostop. En su primer testimonio, el militar alegó haber dejado a Noyer a unos kilómetros de distancia del lugar donde le recogió en estado de embriaguez.
Se sospecha que Lelandais puede estar implicado en otras misteriosas desapariciones en la región, principalmente las de Jean-Christophe Morin, en 2011, y Ahmed Hamadou, en 2012, vistos por última vez a la salida de un festival de música electrónica en el departamento de Saboya (sureste) cuando hacían autostop.
Los investigadores de una matanza ocurrida en Chevaline en 2012, también dentro de la misma área, se cuestionan su posible implicación en el caso, donde tres miembros de una familia y un ciclista aparecieron asesinados por disparos en un camino forestal.
Ya entonces se habló de la pista de un militar sin que se dieran más detalles, pero de momento nada puede vincularle al crimen. Los familiares de otros ocho desaparecidos en la región entre 2010 y 2016 han pedido a los investigadores que analicen la posible implicación del exmilitar, que fue adiestrador de perros para las Fuerzas Armadas hasta 2010, cuando abandonó el ejército por problemas de comportamiento.
En febrero, cuando Lelandais llevó a las autoridades hasta el lugar donde dejó el cadáver de Maëlys, el fiscal de Grenoble, Jean-Yves Coquillat, describió el perfil de "un hombre que habla con tranquilidad, con mucha sangre fría". Durante meses, el hombre negó su implicación en la desaparición de la pequeña y en la del joven Noyer, pero en los últimos meses las pruebas en su contra le han acorralado, obligándole a confesar.