Miles de israelíes han tomado las calles de Tel Aviv en protesta contra la reforma legal anunciada por el Gobierno de Netanyahu. Se trata de medidas que pretenden darle más poder al Parlamento y anular el contrapeso del Tribunal Supremo. "Estamos aquí para proteger la democracia israelí con el fin de proteger tanto a ciudadanos israelíes como palestinos", ha expresado una manifestante.

Las pancartas ridiculizan al polémico y ultraderechista ministro de Interior, Itamar el Gavir, a quien los palestinos, y también muchos israelíes, culpan de la escalada de violencia en la zona. "Es claramente un gobierno de extrema derecha con un componente racista clarísimo que pretende anexionarse toda Cisjordania", subraya al respecto Teresa Aranguren, periodista experta en Oriente Medio.

La indignación de la población se mezcla con el duelo por las víctimas, ya que el goteo de sangre no cesa. Este domingo, un palestino armado ha sido abatido por los colonos en Cisjordania, y en Jerusalén, un niño de 13 años ha herido con un arma de fuego dos israelíes.

Mientras, el gobierno de Netanyahu ha anunciado seis nuevas medidas contra los palestinos, entre las que se encuentra la revocación del seguro social y las prestaciones de las familias de los palestinos acusados de terrorismo. "Lo único que tienen es un permiso de residencia, como si fuesen emigrantes en su propia tierra, y ese permiso de residencia se puede revocar de múltiples formas", señala Teresa Aranguren.

Además, entre las medidas anunciadas por Israel también se encuentra la destrucción del la vivienda del hombre que mató a siete personas en una sinagoga de Jerusalén, y se va a facilitar el acceso a las armas a la población.

La ONU ha condenado la redada de Israel en Yenín, y el Papa ha pedido este domingo diálogo entre ambas partes, aunque los esfuerzos de la Comunidad Internacional parecen insuficientes. Aranguren defiende la respecto que "hay que presionar a Israel, que es la potencia ocupante y es la que está incumpliendo las resoluciones de la ONU". Y es que el balance es atroz, con 32 palestinos muertos y siete israelíes en un enero que ha bañado de dolor toda la región.