Regresa al juzgado tras el sobresalto de la semana pasada. Esta vez no han querido arriesgar: va enmascarado, casi como si llevara un bozal, y esposado, con manoplas en las manos, por lo que pueda pasar. Lo escoltan al menos cuatro agentes. Deobra Redden ha vuelto a presentarse ante la misma jueza sobre la que se abalanzó en la anterior vista.

No ha estado tan elocuente como la vez pasada. "Soy de los que no dejan de intentar hacer lo correcto, por muy duro que sea", le expresaba en la vista de la semana pasada, pidiéndole clemencia. Pero esta vez no ha abierto la boca, tampoco cuando Mary Kay Houlthus, la jueza del caso, ha emitido su sentencia: hasta 4 años de prisión.

Holthus ha querido aclarar que la agresión no ha influido en la condena. "Quiero dejar claro que no estoy cambiando ni modificando la sentencia que estaba en proceso de imponer la semana pasada, antes de que fuera interrumpida por las acciones del acusado", ha manifestado en la vista.

Piensa demostrarlo ante los tribunales con la página del calendario de ese día donde, antes de la agresión, ya indicaba su veredicto. La jueza ha asegurado que "no ha cambiado nada, lo que indica la sentencia que pretendía imponer", porque ahora Redden se enfrenta a nuevos cargos. Le acusan de intento de asesinato contra un funcionario protegido.

De acuerdo a su familia, Redden padece bipolaridad y esquizofrenia y llevaba sin poder acceder a su medicación desde noviembre.