Una bandera de Estados Unidos sobre fondo negro reclama que es el país de Trump. La enarbolan los seguidores del presidente, acampados desde hace días en Tulsa para asistir al mitin que reactiva su campaña electoral.

Pero el país sigue inmerso, con más de 121.000 muertos, en plena pandemia. Y el mitin, que se celebrará en un recinto cerrado con capacidad para 19.000 personas, no parece atemorizar a los asistentes.

He estado rezando y creo que no voy a coger el coronavirus”, reconoce una de las personas que asistirá a ese mitin. Trump ha advertido que no tolerará la violencia en la marcha de protesta convocada por el lugar elegido.

Porque Tulsa, recuerdan, fue el escenario hace casi cien años de la mayor matanza provocada en Estados Unidos contra la población negra desde el final de la Guerra de Secesión. 300 afroamericanos fueron asesinados por grupos blancos.

Un inicio de campaña empañado además por la inminente publicación del libro de John Bolton, donde acusa a Trump de estar incapacitado para el cargo. Un tribunal federal ha rechazado este sábado la petición de la Casa Blanca para secuestrar su publicación.

Además, el fiscal Geoffrey Berman, que investiga a miembros del entorno de Trump, se ha negado a dimitir pese a las presiones recibidas.