Bárbara Di Clemente recuerda cuándo conoció a Diarra. "Le dije que tenía el corazón a 1.000. ¿Y el tuyo? Le pregunte; entonces, me dijo que el suyo también" Y él me dijo: el mío también".

Es uno de los 15.000 menores no acompañados que llegaron el año pasado a Italia. "Cuando veía historias sobre menores no acompañados, me preguntaba, ¿pero por qué no dejáis que las familias los acojan, por qué no involucráis a las familias?, recuerda Bárbara.

A través de una ONG, Bárbara ha acogido a Diarra en su casa, en Roma. Gracias a ella, el joven por las mañanas trabaja en un campamento de verano, y por las tardes hace lo que más le gusta: jugar al fútbol.

"Cuando la vi por primera vez, me dijo que podría ir a la escuela, que podría jugar y hacer mis actividades", cuenta el migrante.

El ministro del interior italiano, Matteo Salvini, ha seguido con su discurso anti migración: "La solución definitiva es no hacer llegar a ninguna de estas personas irregularmente a Europa, sino devolverlas".

Diarra, el joven migrante, prefiere no escucharle: "Habla en nombre de los italianos, pero creo que los italianos no son así".

De hecho, según un estudio sólo el 37% de los italianos estaría a favor de cerrar las fronteras a los refugiados. La plataforma 'Refugees Welcome', en Roma, Italia, asegura que "las peticiones de acogida como el caso de Diarra se han disparado desde que Italia rechazó el barco Aquarius.

"Un incremento que ha continuado en las siguientes semanas y que ha alcanzado un 80%, respecto a nuestro promedio habitual", dice Sara Consolato, miembro de 'Regugees Welcome' de Italia.

A pesar de las muestras de solidaridad, un 57% de los italianos cree que la migración tiene un impacto negativo, y ocho de cada diez pide ayuda a Europa para frenar la crisis migratoria.