Laura y Alejandro cobran lo mismo. "A final de mes son unos 850-900 euros", dice ella. "Gano entre 800 y 900 euros", asegura él. Pero eso es lo único que tienen en común: su sueldo a final de mes. A lo que les llega, depende del lugar en el que viven.

"Vivo en La Losilla, Soria. Somos ocho vecinos", relata Laura Fernández. Alejandro Tiemblo, sin embargo, vive en Madrid. Y esta diferencia no es pequeña, sino que implica que el poder adquisitivo de cada uno es diferente.

Laura reconoce que fuera del pueblo, que ya ha tenido un hijo, viviría menos holgada. Alejandro, cuando vuelve a su pueblo, también lo nota. "Lo que aquí me gasto tomándome dos Coca-Colas, allí es una cena completa".

Pero es la vivienda el factor determinante. Para Laura, el pago de su hipoteca supone "unos 250 euros" al mes. Alejandro, por su parte, ha tenido que volver a casa de sus padres. "Pagaba 400 euros mensuales. Es bastante complicado, al invertir más del 50% en alquiler".

"Sobre el poder adquisitivo, nada pesa tanto como la vivienda", sostiene Jorge Galindo, director adjunto de Esade EcPol.

Sin embargo, también se nota en las cosas más pequeñas. En el pueblo de Laura, un café con leche en el bar del pueblo cuesta 1,10 euros. Estar en el pueblo implica que los precios sean más económicos que las urbes.

"España es un muy desequilibrado. Hay ciudades muy grandes, algunas medianas y muchas, muchos pueblos, muy pequeños", sostiene Galindo. Algo que provoca que las diferencias entre territorios sean mayores.