Los fondos de inversión que invierten en inmuebles intentan deshacerse de las rentas antiguas, puesto que no son rentables. Paraa ello utilizan todos los cauces habidos para conseguir que el inquilino se marche. Una de estas inquilinas es Mari Carmen, vive sola, es pensionista y no ha dudado en denunciarlo.
Y es que a sus 86 años, Mari Carmen lo tiene claro: "No me muevo de mi casa. Esos señores son propietarios pero no tienen potestad para echarme, que me lo diga un juez", ha senteciado ante los micrófonos de laSexta. Ella cuenta con un contrato de renta antigua que firmó su padre hace, nada más ni nada menos que 50 años. Un escrito que muestra a las cámaraas de esta cadena.
Un fondo buitre, actual propietario de la vivienda, no quiere mantener el contrato y le exigen que se marche. De hecho, "ellos me han hecho una oferta de alquiler, de 2.600 euros", asegura. Una oferta "que no podía pagar más de 600", ya que Mari Carmen tiene 1.400 de pensión".
Cuando falleció su padre, a ese contrato se subrogó su madre y después lo hizo ella. Es cierto que la ley determina que los descendientes que se acojan a esos acuerdos de renta antigua, si son mayores de 25 años, solo tendrán una prorroga de dos años más y Mari Carmen firmó hace 20, sin embargo, nadie le ha dicho nada hasta ahora.
El presidente de la Sección de Arrendammiento Urbanos del Colegio de Abogados de Madrid, Alberto Torres López, explica a laSexta que "una vez se han cumplido, se abandona la vivienda y el propietario es libre de firmar el contrato que quiera", mientras que el sindicato de inquilas exige que se modifique la ley. Su portavoz, Valeria Racu, dice que es necesario "quitar ese límite (...) de dos años, y que sea indefinido", puesto que a sus ojos "no tiene sentido que no se le permita vivir en su casa".
"Me llaman a la puerta, cita de juzgado… que me echan", relata Mari Carmen el modo en el que se enteró que el fondo buitre quería sacarla de su casa: "Me quedé pálida sin saber qué hacer", lamenta. Sin embargo, no es la única. Los sindicatos no pueden dar una cifra exacta de afectados, personas que después de toda una vida, en la misma casa se enfrentan a fondos que quieren sacar más beneficio del que consiguen con contratos como el de Mari Carmen.
"Están mis recuerdos", como "estos cuadritos (...) son del aeropuerto de Zurich por no quedarme unas monedas y me lo gasté ahi o ese pinocho de Italia", desribe Mari Carmen a la vez que muestra, tal y como se ve en las imágenes que acompañan a estas líneas, una historia guardada. Guardada como cada una de las facturas y de los contratos que dice que utilizará para seguir peleando, porque insinte: no se va a marchar de su casa.
Según 'The Economist'
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