La reducción de emisiones de CO2 es un objetivo mundial, y para ello se creó el derecho de emisión para empresas energéticas, para poder limitarlas. Sin embargo, a día de hoy estos derechos de emisión se han convertido en una auténtica burbuja especulativa. En el mercado, el derecho para emitir una tonelada de CO2 en 2017 costaba 5,83 euros; el año pasado, su precio rondaba los 25, y este abril, se ha disparado hasta los 42 euros.
"Esa oferta está sometida a una reducción lineal, de tal manera que año a año el número de permisos en circulación van disminuyendo", ha señalado Natalia Fabra, catedrática de Economía de la Universidad Carlos III. Precios que seguirán aumentando porque, poco a poco, los permisos seguirán reduciéndose, y podrían llegar a los 80 euros en tres años.
Según Fabra, eso es lo que está haciendo que "muchas empresas emisoras estén ya adelantando sus compras de derechos de CO2 ante la previsión de que esos precios aumenten". Y sí, este encarecimiento afecta a nuestro bolsillo. En España, de momento, no al combustible, pero sí a la factura del gas y, sobre todo, a la de la luz.
"La factura de la luz ha subido de media en marzo en torno a los ocho euros, y gran parte de esta subida se debe al mercado de derechos de CO2", ha explicado en laSexta el experto en energía Jorge Morales de Labra. Las grandes beneficiadas de que los permisos para emitir gases se disparen son las centrales nucleares e hidroeléctricas, que no emiten CO2, pero sí se aprovechan del encarecimiento de la luz.
Según 'The Economist'
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