Un avión de la aerolínea australiana Qantas ha aterrizado en Sidney tras completar un vuelo desde Nueva York de 19 horas y 16 minutos sin escala. El objetivo de esta prueba es el de estudiar el impacto que tienen estos desplazamientos largos en la salud.
Un total de 49 personas han viajado en el ensayo del vuelo comercial más largo del mundo, que ha cubierto una distancia total de 16.200 kilómetros. Seis de ellos han sido voluntarios equipados con tecnología portátil para observar sus constantes vitales y han seguido un plan de sueño, ingesta de comida y bebida, y de movimientos físicos diseñado para contrarrestar el desfase horario.
Alan Joyce, director ejecutivo de Qantas Group, ha explicado que con esta prueba queda claro "cuánto tiempo podemos ahorrar". "Nuestro vuelo regular desde Nueva York hasta Sídney con una parada despegó tres horas antes que el vuelo directo, pero nosotros llegamos algunos minutos antes, lo que significa que ahorramos bastante tiempo al no tener que parar", añadió Joyce.
Además, durante el vuelo se trató de adecuar el sueño al horario de destino: "Los vuelos nocturnos suelen comenzar con una cena y después se apagan las luces. Para este vuelo, comenzamos con el almuerzo y mantuvimos las luces encendidas durante las seis primeras horas para adecuarnos al horario del destino. Eso implica que uno empieza a reducir el desfase horario desde el principio", apunta el director de Qantas
Este ha sido el primero de los tres de prueba previstos con los nuevos Boeing 787-9s entre Sidney y Londres, y Sidney y Nueva York. Qantas planea operar vuelos comerciales directos a Nueva York y Londres desde la costa este australiana (Sidney, Melbourne y Brisbane) a partir de 2022.
La aerolínea australiana ofrece ya desde 2018 un vuelo directo de 17 horas entre Perth, en la costa oeste australiana, y Londres, que la aerolínea ya ha utilizado para obtener información sobre el impacto de trayectos de largo recorrido en pasajeros y tripulación.
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