Pagar en pequeñas cuotas, semanas después de comprar y que te devuelvan un porcentaje del gasto. Es el reclamo engañoso de las tarjetas revolving o tarjetas de crédito de pago aplazado.

A Pedro se la ofrecieron cuando contrató su hipoteca. "Me la ofreció un subdirector de oficina, me dijo que nada de intereses, ni plazos", relata.

El mecanismo es similar al de un préstamo. La tarjeta tiene un crédito preconcedido, por ejemplo, 3.000 euros. Gastemos lo que gastemos siempre habrá esa cantidad disponible. Así que a cada compra acumulada habrá que sumar esos 3.000 euros, incrementando continuamente la deuda.

"Veía que no cuadraba. Que no hacía más que pagar y siempre debía dinero", explica Pedro Herrera, afectado por la tarjeta revolving.

A ese dinero había que sumar también los intereses, de hasta el 30% en algunos casos. Tras meses de batalla, la justicia a Pedro le ha dado la razón. Sólo tiene que pagar el crédito inicial, el resto tendrá que devolvérselo el banco.

"Los juzgados están determinando que es usura por los intereses superiores a lo normal", explica Almudena Velázquez. Abogados y asociaciones de consumidores recomiendan evitar estas tarjetas, que nos pueden terminar saliendo muy caras.