La directora gerente, Christine Lagarde no quiso dar recomendaciones individualizadas país por país, pero sí constató que, en estos momentos de "atonía económica", se declara partidaria de apoyar la oferta.

Lagarde apuntó que la crisis económica ha provocado un descenso de las inversiones en tres sectores clave: las empresas, en particular en la zona euro; la vivienda, "que cayó en picado en países como en España", y el sector público. Y recalcó que los dos imperativos que se deben tener en cuenta para elevarlas y que conduzcan el efecto deseado de "estabilizar o reducir el ratio entre la deuda pública y el producto interior bruto (PIB)" son la sostenibilidad de la deuda pública y condiciones de financiación aceptables.

La directora gerente apostó igualmente por estimular la cooperación entre el sector público y el privado, y señaló que la reducción del coste del capital y la desaparición de ciertas incertidumbres, como las dudas sobre la viabilidad de la zona euro, hacen pensar que las inversiones privadas deberían de volver a crecer. En su discurso recalcó que aunque incrementar las inversiones en infraestructura es la medida más tangible y fácil de medir para organismos como el que representa, no debe dejarse atrás el refuerzo de sectores como la sanidad y la educación.

La política francesa también dejó claro que las reglas que limitan la competencia frenan igualmente las inversiones, e hizo hincapié en que "las medidas de apoyo a la demanda, pese a la buena voluntad de los bancos centrales, tocarán su techo", por lo que hay que intensificar esos puntos complementarios. Por su parte, el comisario europeo de Mercado Interior y Asuntos Bancarios, Micher Barnier, destacó que para pasar de la estabilidad financiera al crecimiento "hay que ir más lejos" en la hoja de ruta marcada durante la etapa de crisis, y se necesita un motor que no esté "oxidado, una dirección, un rumbo".