Estocolmo y el estadio Friends Arena vibraron como solo lo hacen en las grandes noches, pero después lo ha hecho todo el país. Beyoncé consiguió vender todas las entradas para sus dos sesiones en mayo, reuniendo en total a más de 90.000 personas.
Entradas a precios importantes, hoteles que también aprovechan la demanda potencial, y turistas encantados de rascarse el bolsillo, han contribuido, según los analistas del Danke Bank (una importante entidad bancaria nórdica), a aumentar la inflación en tres décimas hasta el 9,7% en el dato del IPC en Suecia. En Reino Unido también hablan del impacto de los conciertos que dio en su país, en concreto en el dato de precios de la sección de ocio y cultura. ¿Existe una 'Beyonflation' o una 'Beyflation'?
Los analistas suecos esperaban que la inflación del mes de mayo se situara en el 9,4%, pero que finalmente se haya confirmado un dato tres décimas mayor, del 9,7%, llevó a los analistas a responsabilizar a la cantante estadounidense.
Por otro lado, los hasta cinco conciertos que dio durante el mismo mes en Reino Unido parece claro que han podido influir, pero de un modo más modesto, en la sección de ocio y cultura de su IPC. A esto último apunta la propia Oficina de Estadísticas Nacionales británica, la que elabora el dato, que destaca la influencia de "los eventos de música en directo".
El impacto económico de venta de servicios y productos es un hecho demostrable cuando actúa Beyoncé. En Barcelona lo hizo el pasado 8 de junio y Alicia Serra, directora comercial del Catalonia Barcelona Plaza, confirma que colgaron el cartel de completo, y que en todas las estancias "incluso cuatro ó cinco horas antes del concierto ya se veía mucho ambiente". Buena parte del fan era un cliente extranjero que en el restaurante notaron, dice Serra, "con un incremento de propias". En el restaurante Jacqueline, Antoni Cano, su propietario, habla de "semana de euforia", con clientes que hacen reserva con antelación, y que acudieron por partida doble -antes del concierto para cenar y otra vez después-. Este tipo de clientes "se nota en el ticket medio" añade Cano.
Un efecto o un espejismo
Estos dos casos pueden ser más o menos creíbles, pero lo que es seguro es que son distintos. Sobre el efecto en el IPC general que afirman en Suecia, Javier Díaz-Giménez, profesor de economía del IESE Business School, opina que es muy poco probable porque "para que suba tres décimas la inflación tiene que subir la gasolina o la luz un 10%".
El dato del IPC compara un mes con el mismo mes del año anterior, y se calcula en función de lo que suele ocupar cada sección en la cesta de gasto del consumidor común. Por ejemplo, las variaciones del precio en la alimentación o en los suministros, que son gastos importantes mensualmente, influyen mucho más que las de hoteles, restaurantes y eventos de ocio en general.
Díaz-Giménez también habla de volumen de consumidores, comparando la población sueca, más de 10 millones de habitantes, con los asistentes al concierto, que fueron decenas de miles. "Toda compra empuja al IPC", añade, pero "esos impactos son mucho más pequeños que las tres décimas" que afirman en Suecia.
En el caso de Reino Unido, el posible impacto que comenta la propia oficina de estadísticas en un grupo concreto del IPC, el de ocio y cultura, parece un fenómeno más factible. "Cuanto más haces zoom en un grupo, más se ve el efecto" comenta Díaz-Giménez, que añade que "si en un mes donde hay pocos espectáculos musicales llega una artista muy famosa que llena cinco estadios en cinco conciertos, se va a notar".
Volviendo a Suecia, para que un evento pueda mover el IPC general en una economía con un volumen importante, debe tratarse de algo multitudinario y que dure en el tiempo, como por ejemplo unas olimpiadas o un mundial de fútbol. De todas formas, Alemania va a contar con un total de tres conciertos de Beyoncé en este mes de junio, que nos confirmará, o no, si existe esta 'Beyonflation', o como la han apodado en Estados Unidos, 'Beyflation'.
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