"Comencé a fumar cigarrillos con 8 años, hasta los 41. Tomaba éxtasis, fumé porros toda mi carrera. Sufría depresión (...) Estuve en el fondo del agujero durante mucho tiempo. Tenía ganas de matarme. Quería acabar con todo esto. Y después, en 2008, encontré a Jesús".

Impacta leerlo. Impacta que lo cuente mientras anuncia una pelea ante Sakio Bika a los 55 años, y sobre todo, impacta conocer esta intrahistoria si tenemos en cuenta que durante esa tortura interna, este tipo se convirtió en 'hall of fame' del boxeo.

'Dark Destroyer', como era conocido el polémico Nigel Benn fue dos veces campeón del mundo entre talento y adicciones.

Alzó el cinturón Organización Mundial de Boxeo (OMB) del peso medio en 1990, y después conquistó el título Consejo Mundial de Boxeo (CMB) de los supermedianos en 1992. "No sé cómo logré llegar tan lejos", dice ahora el díscolo púgil durante el anuncio de su regreso, que será en Birmingham el próximo 23 de noviembre.

Una redención que llegó cuando encontró a Jesucristo, como él mismo afirma ahora:

"Así fue como mi vida cambió por completo. Terminé con los porros, con el éxtasis, con las mujeres...".

Porque Nigel Benn no puede dejarlo más claro:

"Me siento mejor que cuando era campeón del mundo".

Explícito el autodenominado "Benjamin Button" el día que decide volver y poner patas arriba el mundo del boxeo.

"Yo no tuve un buen final y sé que con esta pelea voy a cerrar el círculo", zanja el británico, tras un retorno que deja a propios y extraños pendientes de ver cómo se cierra ese círculo.