La selección española de balonmano dio un paso de gigante hacia los octavos de final el Mundial de Francia 2017 tras imponerse por 21-26 a la de Túnez, en un encuentro en el que España se condenó al sufrimiento en la segunda parte, tras ensombrecer su fantástica puesta en escena, con cuatro minutos finales del primer tiempo de relajación.
Consciente de la batalla perdida que supondría entrar en una guerra cuerpo a cuerpo con los fornidos defensores tunecinos, España salió a la pista con la consigna de hacer circular lo más rápido posible el balón.
Esta fórmula permitió a los de Jordi Ribera nutrir desde el comienzo de balones a sus extremos y pivotes, aunque curiosamente un lateral, el debutante en este Mundial Iosu Goñi, quien dos latigazos quien otorgó la primera ventaja (1-4) al conjunto español.
Circunstancia que pareció hacer olvidar por momentos a los "Hispanos" la clave de su éxito, la velocidad en la circulación de balón, y empeñarse en imprecisos lanzamientos, que sólo sirvieron para agrandar la figura de meta tunecino Makrem Missaoui.
Pero donde España nunca se apartó de la catón implantado por Jordi Ribera fue en defensa, donde los internacionales españoles siguieron al dictado las lecciones de su entrenador, que exige siempre una dosis igual tanto de intensidad como de inteligencia. Una vez más Gedeón Guardiola y Viran Morros volvieron a ser los alumnos más aplicados en esa tarea al ser capaces, no sólo de frenar a los cañoneros norteafricanos con sus constantes salidas a los nueve metros, sino además de impedir la conexiones con el pivote Issam Tej, el otro gran recurso ofensivo de los tunecinos.
El excelente trabajo no tardó en traducirse en continuos robos de balón que permitieron a España desplegar de la mano de Víctor Tomás, que cerró el primer tiempo con 5 tantos, su veloz juego de contraataque.
A la carrera, el conjunto español poco a poco fue distanciándose en el marcador hasta alcanzar una máxima renta de seis goles (6-12) a menos de cinco minutos para llegar al descanso, que pareció encarrilar el triunfo de los "Hispanos".
Al menos así pareció entenderlo el equipo español, que ensombreció en los últimos cuatro minutos del primer tiempo todo el excelente trabajo que había realizado hasta entonces con inoportunas probaturas, que permitieron a Túnez reducir su desventaja a tan sólo dos goles (10-12) en el tanteador.
Ese hecho que obligó a España a empezar de nuevo todo el trabajo en la segunda mitad, un castigo que provocó más de un sofoco al castigo español, que vio como le costó un mundo volver a despegarse de nuevo de la selección tunecina.
El conjunto español vio, incluso, peligrar por momentos la victoria, tras situarse Túnez de nuevo a tan sólo dos goles (16-18), con un jugador menos por la exclusión de Iosu Goñi, y penalti favorable al equipo tunecino.
Pero entonces surgió la figura de Gonzalo Pérez de Vargas, que, con una impresionante parada, pareció despertar definitivamente de su asombro a la selección española, que con dos goles de Gurbindo y Balaguer alcanzó los diez minutos finales con una renta de cuatro goles (16-20).
Sin embargo, España no iba a encontrar tan fácilmente el perdón a su pecado de relajación en los minutos finales del primer tiempo, y más ante el correoso cuadro tunecino, que empujado por su animosa afición, dio guerra al equipo español hasta el final.
Otros dos debutantes en el equipo español en este Mundial, el portero Rodrigo Corrales y el extremo David Balaguer, se encargaron de acabar con el tormento con sus goles y paradas, que permitieron a España dar el último acelerón para sellar definitivamente su victoria (21-26).