Conmoción en el mundo de la lucha libre. La luchadora de 46 años Daffney Unger, ha sido localizada sin vida en su casa tras haber protagonizado un episodio que alarmó a sus seguidores, al aparecer en un vídeo en directo de Instagram pidiendo perdón en repetidas ocasiones y sujetando un arma.

Las declaraciones de Shannon Spruill, su identidad fuera del cuadrilátero, hicieron saltar las alarmas y varias personas pidieron ayuda instantáneamente a través de sus perfiles en redes sociales, entre ellos el luchador Mick Foley, quien intentó contactar sin éxito en varias ocasiones con su compañera.

El desenlace fatídico se produjo en Atlanta, descubierto por las autoridades cuando llegaron al domicilio de la fallecida. Desde entonces no han dejado de aparecer mensajes en su memoria haciendo referencia al presunto suicidio de Spruill.

"Hoy me he despertado con la terrible noticia de que Daffney no está ya entre nosotros", decía Foley en un comunicado en Facebook en el que confirmaba sus intentos, con el de otras personas, de frenarla.

Foley apunta que Unger sufría "problemas psicológicos provocados por una conmoción cerebral sufrida en uno de los combates" en los que compartieron tapete, y que seguramente esos daños han sido los causantes de este trágico final.

"¿Entendéis qué estoy sola? ¿No lo entendéis?", decía Shannon meses atrás en otro vídeo en sus redes confirmando sufrir de una encefalopatía traumática crónica: "No quiero hacer nada que pueda dañar mi cerebro, quiero que se estudie, para que las generaciones futuras lo sepan. No sean tontos como yo".

Esa enfermedad es común también entre otros deportistas, especialmente en jugadores de fútbol americano, quienes en ocasiones han corrido la misma suerte que la luchadora a causa de los golpes recibidos en la cabeza mientras practicaban su deporte.