Mercedes está viviendo una pesadilla de la que sueña con despertar ya. Tras un monopolio desde 2014 en la era híbrida solo interrumpido por la victoria de Max Verstappen en 2021, la escudería germana ha visto cómo Ferrari le ha pasado por la derecha sin intermitente y cómo está quedando relegada a la zona media de la parrilla.
En Arabia Saudí, Lewis Hamilton experimentó por primera vez esa sensación de querer y no poder: cayó eliminado en la Q1, algo que no ocurría sin accidentes desde el GP de Gran Bretaña de 2009.
Mientras que George Russell finalizó la carrera en quinta posición sin mucho ajetreo, el heptacampeón logró remontar hasta la décima posición aprovechando diversos abandonos y la estrategia de neumáticos duros de Mercedes, pero vio cómo el Haas de Kevin Magnussen era inalcanzable, algo inimaginable hace tres meses.
El problema del 'porpoising'
"Necesitamos más agarre y más potencia. Hoy no hemos tenido porpoising", señaló el británico tras la carrera, apuntando que el rebote de los nuevos coches no les había lastrado en Yeda.
Estas declaraciones chocan directamente con las de su compañero, que apuntó al 'porpoising' como su principal problema: "Seguimos perdiendo velocidad, y en un trazado así, no sé si se trata solo de un retoque o de cambios más grandes. Desconozco la resistencia aerodinámica que tenemos en comparación con los demás, pero parece que es mucha"
"Hay muchos factores en juego entre la rigidez del coche, el diseño del suelo y las presiones de los neumáticos. El modo del motor también, en cuanto vas más rápido, peor se comporta, así que lo hace más difícil para la clasificación, ya que subimos la potencia al máximo, vamos rápido en la recta, lo que provoca más carga aerodinámica y causa más porpoising", añadió el ex de Williams.
De hecho, Russell cree que si consiguen corregir el zarandeo, el W13 será competitivo: "Todavía estamos aprendiendo, y por eso aún nos encontramos lejos de maximizar el coche, por eso dije que, si solucionamos el porpoising, se resolverían el 99% de nuestros problemas".
"Vamos a empezar a intentar desarrollar el coche en torno a estos problemas, pero tenemos que llegar al fondo, que es el porpoising. Todos los coches rinden mejor con una menor altura, y no podemos acercarnos a lo que hacen nuestros rivales. Estamos un segundo por detrás, tenemos trabajo que hacer, revisar los datos, pero todo el mundo sabe lo que tenemos que mejorar", zanjó George.
Toto Wolff, escéptico
Paralelamente, Toto Wolff, jefe de la escudería, ha mostrado su decepción por no estar en primera línea: "Antes estábamos justo en medio de esos juegos divertido al frente, hablando como parte interesada de la F1 y beneficiándonos de un gran espectáculo. Eso es realmente espectacular de ver".
De hecho, el austriaco llega a apuntar el "dolor" que sufre por ello: "Por otro lado, es extremadamente doloroso no ser parte de esos juegos divertidos y no serlo por un déficit en nuestros tiempos por vuelta".
"No vamos a descansar hasta que estemos de vuelta en la pelea. Pero tienes toda la razón (dijo tras la carrera): no es nada divertido. Es un ejercicio de humildad, y al final nos va a hacer más fuertes, aunque no es divertido en este momento", añade.
Eso sí, Wolff no quiere señalar directamente al motor y a los ingenieros: "Ahora no hay que señalar con el dedo cosas individuales, funcionamos juntos como conjunto, y pienso que tenemos déficits en general que son mayores que los del motor".
"¿Estamos entre los mejores equipos en alguna de estas áreas? No, no lo creo. Pero hay que recordar que esta unidad de potencia nos ha ayudado a ganar ocho campeonatos seguidos", ha zanjado el jefe de Mercedes.
En poco más de una semana, Australia albergará la tercera cita del calendario de Fórmula 1. Para Melbourne, el vigente campeón del Mundial de Constructores confía en solventar sus problemas y volver a luchar por el cajón. El alerón trasero podría ser la clave. Veremos.