El belga Vincent Kompany, con un golazo estratosférico, el mejor y el más importante que seguramente ha marcado en toda su carrera, dio la victoria al Manchester City, que ganó 1-0 al Leicester para afrontar la última jornada de la Premier League en el liderato con un punto de ventaja sobre el Liverpool.
El central belga apareció en el momento justo para desatascar un partido que se le iba al cuadro de Guardiola. Faltaban 20 minutos para el final y el empate sin goles dejaba al Liverpool el título en bandeja. Entonces, cuando el tiempo corría más rápido para el City, se paró para Kompany, que lanzó un disparo monumental que probablemente valdrá un título si los hombres de Guardiola no fallan el próximo fin de semana en el estadio del Brighton.
El defensa del City atravesó la línea del centro del campo. Recibió la pelota de Ludovic Laporte. Avanzó sin oposición. Nadie esperaba lo que iba a hacer. Ningún jugador del Leicester se le echó encima. Y, entonces, se sacó un zambombazo de la nada para quitar las telarañas de la escuadra izquierda de la portería defendida por Kasper Schmeichel, hasta ese momento impenetrable.
Kompany no suele prodigarse en el arte del gol. Y menos con el pie. Es un gran cabeceador y en once temporadas en el City ha marcado 19 goles en todas las competiciones. En el presente curso no se había estrenado. Lo hizo justo a tiempo. Y es que la victoria agónica del Liverpool ante el Newcastle obligaba al Manchester City a ganar al Leicester para recuperar el liderato.
Con otra jornada por disputar, el equipo de Pep Guardiola no podía fallar. Tenía que sumar tres puntos para depender de sí mismo y no esperar un pinchazo de los hombres de Jürgen Klopp, que se enfrentarán al Wolves en Anfield en el último encuentro. Guardiola repitió el mismo once que ganó por la mínima al Burnley (0-1) el pasado fin de semana.
Sólo cambió al alemán Leroy Sané para dar al joven Phil Foden (18 años) su tercera titularidad este curso en la Premier League. Una decisión tal vez sorprendente para un partido decisivo en el que la experiencia podía ser un grado. El Leicester, sin nada en juego después de apearse definitivamente de la pelea por la última plaza europea, saltó al terreno de juego tranquilo, bien armado atrás y con la idea de amargar la fiesta al público presente en el Etihad Stadium.
Desde la llegada de Brendan Rodgers al banquillo a finales de febrero, el Leicester volvió a convertirse en un equipo competitivo. El City se iba a tener que jugar la temporada frente a un grupo de jugadores más compactos que incluso en peores momentos del curso llegaron a ganar al equipo de Guardiola (2-1 en la ida).
Muy sólidos sin balón y bastante atrevidos con él, los jugadores del Leicester consiguieron aguantar el marcador sin goles una primera parte en la que el City dominó durante bastantes tramos con muy pocas ocasiones.
Sólo la insistencia del portugués Bernardo Silva por la banda derecha y alguna aparición de Raheem Sterling por el otro costado, consiguieron romper las líneas del Leicester, que en ocasiones, con James Maddison y su trabajo incansable, y con Jamie Vardy, también logró inquietar la portería defendida por el brasileño Ederson.
Sin embargo, la ocasión más clara la tuvo el argentino Sergio "Kun" Agüero, que en un córner lanzado por David Silva consiguió hacerse un hueco entre las torres del Leicester para mandar al larguero un cabezazo certero. Schmeichel sacó una mano milagrosa que evitó que la pelota entrará después de rebotar en el travesaño y la única ocasión realmente clara del City se fue al limbo.
Con otra opción de Bernardo Silva, que lo intentó tímidamente desde fuera del área, murió un primer acto en el que el City fue incapaz de meter más miedo pese a su dominio casi constante del choque. Guardiola no quiso esperar más y en la reanudación dio órdenes de meter la quinta marcha sin esperar ni un minuto.
El City, a por todas, con la Liga en juego, se lanzó al ataque de forma salvaje y el Leicester se agazapó en su parte del terreno de juego aguantando el chaparrón. En ese estirón inicial, el City, con dos remates de Sterling y otro de Bernardo Silva, todos con el punto de mira desviado, pudo acabar con la incertidumbre, pero el equipo de Rodgers seguía aguantando sorprendentemente.
Incluso cuando acertaban entre los tres palos, aparecía siempre Schmeichel, que volvió a salvar con un paradón otra ocasión de Agüero. Entonces, cuando las alarmas parecían a punto de sonar, apareció Kompany para romper la red de la portería del Leicester y dar más de media Liga a su equipo, que aún vivió un susto con una ocasión al final de Choudhury, que mandó fuera un mano a mano ante Ederson. No era el día del Leicester. Era el día de Kompany, que inesperadamente dio un latigazo a la Premier.
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